Pocas veces se habrá visto, y se verá, un final más cruel para un partido que el que sufrieron los bávaros ante los 'red devils'. Los alemanes ganaban por 1-0 en el minuto 90 y en el 93, perdían por 2-1.
El Bayern mandaba a los cinco minutos en el marcador, merced a un gol de falta de Mario Basler. El partido fue un continuo ida y vuelta entre ambos conjuntos, pero sin llegar a poner en excesivos problemas a Oliver Kahn y a Peter Schmeichel, padre de Kasper, portero del Leicester City.
En la segunda parte, el Manchester United empezó a apretar, pero no lograba poner el empate en el marcador. Llegó el minuto 90 y los jugadores del Bayern de Múnich empezaron a abandonar el banquillo y a saltar en la banda, casi celebrando el título. Craso error. Al United jamás hay que darlo por muerto. Jamás.
Un cornet botado por Beckham fue rechazado por la defensa germana, Giggs lo devolvió al área y Teddy Sheringham lo puso en la red para el 1-1. Dos minutos después, otro saque de esquina botado por el '7' fue peinado por Sheringham y Solskjaer, ese noruego con eterna cara de niño, puso el 2-1 en el marcador.
En dos minutos, los jugadores del Bayern pasaron del cielo al infierno. Nadie pudo consolar a los jugadores germanos, sobre todo a Kuffour, que lloraba desconsolado sobre el césped tras el partidazo que había hecho. Es díficil que se vuelva a ver un desenlace más cruel para una final de Champions League. 17 años después, sigue doliendo verlo.