Llegó a Estambul con cierta aura de mesías, del salvador que rescataría de la mediocridad al Fenerbahçe, pero nada más lejos de la realidad. Mesut Özil, hasta la fecha, no ha aportado gran cosa a su nuevo club, al que llegó por todo lo alto.
Cuantas más expectativas, más fácil es incumplirlas y defraudar. Es lo que le está pasando a Özil en el Fenerbahçe. Llegó en enero, tras lograr desvincularse de un Arsenal con el que no jugó nada este curso (ni siquiera tras el parón), y por el momento se le sigue esperando.
Arrancó como suplente, y de ese modo jugó sus tres primeros partidos, de Liga contra Hatayaspor y Galatasaray (derbi que, además, acabó en derrota), y de Copa ante el Istanbul Basaksehir, otro derbi que acabó en derrota.
Fue titular hace dos semanas, en la victoria ante el Fatih Karagümrük, y de nuevo en la derrota en casa ante el Göztepe, primer partido que Özil completa de principio a fin desde el naufragio 'gunner' en la Europa League ante el Olympiacos hace casi un año.
En estos cinco partidos, 255 minutos de juego en los que su aportación ha sido discreta. Ni goles, ni asistencias. Cinco partidos en los que el Fenerbahçe apenas ha hecho cinco goles, y que se cuentan como dos triunfos y tres derrotas.
Por ahora, Özil no ha estado a la altura, pero rompamos una lanza en su favor. Llevaba mucho tiempo fuera de la dinámica competitiva, y es posible que le esté costando volver a coger ritmo. A sus 32 años, la esperanza de los aficionados del Fenerbahçe es que de verdad haya Özil para largo.