El Barça volvió a una final más de un año y medio después. Y tuvo que sudar para lograr lo que antes era el pan de cada día. Ter Stegen salvó a un Barcelona huérfano de Messi en una semifinal de la Supercopa en la que los azulgranas hicieron lo más difícil y se complicaron la vida en exceso.
Los azulgranas se clasificaron después de 120 minutos que se hicieron eternos en Córdoba. No ayudó nada a esta Supercopa la falta de público y tampoco la escasa importancia de un trofeo que, lejos de ilusionar, parece un estorbo a estas alturas de campeonato y con una pandemia que sigue estando muy presente.
El choque se preveía igualado e igualado fue. La Real empezó mejor, pero sin la chispa necesaria como para marcar el 1-0. Isak, Portu... pero los de Imanol daban la sensación de no creérselo y el Barça, como en San Mamés, se fue haciendo grande con el paso de los minutos.
A Pedri le costó aparecer sin Messi y tampoco Griezmann pudo parecerse un poco al argentino. Es complicado suplir al mejor del planeta, pero Dembélé, sin ir más lejos, al menos lo intentó. Los dos franceses son como la luz y la sombra de este Barça. Uno apenas apareció y falló su penalti; el otro, marcó uno de los de la tanda e intentó ser el líder del Barça.
Sin embargo, si Griezmann no pudo hacer olvidar a Leo, en la portería sí que encontró su alma espiritual este Barça. Ter Stegen comenzó su carrusel de intervenciones de mérito con un gran palmeo en un mano a mano con Isak. Luego, llegaron los mejores minutos de los azulgranas en todo el choque. Lenglet, Braithwaite, de nuevo el danés... pero el 0-1 lo anotó un sospechoso habitual en la mejoría de los 'culés'. Apareció De Jong y cabeceó en escorzo un centro de Griezmann en una de sus escasas apariciones en el primer tiempo.
Lo que De Jong te da...
El Barcelona tenía el choque controlado y la defensa, con Mingueza como lateral, estaba respondiendo bien. Sin embargo, no les acaba de salir un partido redondo a los azulgranas atrás y un centro aparentemente inofensivo lo convirtió en penalti De Jong con una mano que pareció evitable. Oyarzabal, y no en una premonición de lo que llegaría después, engañó a Ter Stegen y devolvió la igualdad al choque.
El 1-1 despertó a la Real y preocupó a un Barça que pensaba que tenía el trabajo ya hecho. La segunda parte fue muy igualada, pero porque empezó a bajar el tono físico del centro del campo y el partido era frenético, de área a área. Dembélé y Griezmann pudieron hacer el 1-2 e Isak amagó con repetir la acción de Davies ante Semedo en línea de fondo en la Champions, pero esta vez no hubo ejecutor.
Los últimos minutos se ensuciaron y Koeman e Imanol empezaron a mirar decididamente a la prórroga. Por no hacer, no hicieron nada más que un cambio antes del final del choque, el de un Trincao con la moral minada y que volvió a sumar un partido triste más a su colección de esta primera temporada en 'can Barça'.
Se soltaron los técnicos para el tiempo suplementario, pero ni Pjanic y Riqui Puig mejoraron a Busquets y a Pedri ni Wiliam José hizo olvidar a Isak. Zaldua, el otro que entró por parte donostiarra, volvió a avisar casi nada más empezar la prórroga. Su chut desde muy lejos lo envió a córner con una parada tan estética como efectiva el héroe de la noche al poco de reiniciarse el choque.
¿Por qué Januzaj no entró antes?
La prórroga fue 'txuri-urdin' y por eso acabaron tan contentos con su partido en la Real. Dembélé confirmó la falta de frescura de todos en un contragolpe en el que definió horrible y la segunda parte del tiempo extra, ya con Januzaj, fue claramente de los donostiarras.
El belga provocó los dos últimos sustos de la noche para el Barça, ambos sofocados a cada ocasión con más suficiencia por Ter Stegen. Januzaj vio cómo el alemán le desviaba un mano a mano tras un carrerón 'a lo Bale con Bartra' y luego se quedó con las ganas en el mejor golpeo de todo el partido. Un lanzamiento de falta que se estrelló en la madera y en el que el meta 'culé' volvió a ser decisivo con la yema de los dedos.
Los penaltis empezaron con un golpe de karma para la Real. Metió a Bautista instantes antes del final Imanol y Ter Stegen adivinó su disparo. Tampoco marcó De Jong, claramente de más a menos. Ni Oyarzabal, al que el alemán esta vez sí adivinó el disparo.
Los goles fueron llegando con cuentagotas. Dembélé por fin hizo el primero en la tanda, marcaron Merino y Januzaj, pero Griezmann volvió a decepcionar y falló su quinto penalti seguido. Januzaj le dio emoción, pero demasiado tarde, pues Riqui Puig convirtió el último y mandó a la final a un Barça con un único protagonista, su portero.