Volvió el mejor Arsenal, también el peor Chelsea. Se juntaron en el Emirates dos equipos en dinámicas opuestas, y cambiaron por completo las mismas. El Arsenal recuperó la sonrisa, mientras que el Cheslea evidenció unas carencias para nada esperadas.
Fue un derbi de Londres vibrante, entretenido, al que solo le faltó una cosa, el público en las gradas. Un 'Boxing Day' sin aficionados es como un jardín sin flores, pero en tiempos de pandemia no nos queda otra que asumir que es así y punto.
Sin el calor de la grada, el partido fue un poco menos intenso de lo que debiera. Y pronto quedó claro que algo hacía un ruido extraño en la maquinaria del Chelsea. Querían los de Lampard mandar, pero no les salía.
El Arsenal, edificado sobre los jóvenes hombros de sus canteranos, parecía un equipo mucho más serio. El primer aviso lo dio el Arsenal, de hecho, en el primer minuto, pero la primera clara fue del Chelsea.
Fue en un libre directo que Mason Mount estrelló en la madera. Hubiera sido un golazo, pero no vio puerta por centímetros. Aquello hizo despertar al Arsenal, aunque se tomó su tiempo para despertar.
Ahora bien, cuando lo hizo dejó en evidencia al Chelsea. Pasado el ecuador del primer tiempo, los 'gunners' fueron un tormento para Mendy y compañía. Y llegó el penalti que encarriló el encuentro.
Las llegadas por la banda estaban siendo una constante para el Arsenal, y en una de esas un incombustible Tierney se la jugó a Reece James, quien le derribó por detrás en el área, a lo que el árbitro, previa justificación por el VAR, señaló penalti.
Penalti que convirtió Lacazette, lo que dejó al Chelsea casi en la lona. Empezó pronto a merodear el segundo, y este acabó por caer al filo del descanso, de nuevo a balón parado.
Fue Granit Xhaka quien, tras no poder sorprender sacando rápido, optó por buscar la escuadra. Y la encontró. El Chelsea, que esperaba irse perdiendo por la mínima al descanso, se encontró con un segundo gol en contra. Qué gol, golazo en contra.
Aquello fue un mazazo, y aunque Lampard respondió con un doble cambio al descanso (recordemos que en la Premier se volvió a la regla de los tres cambios), no le funcionó.
Porque el Arsenal se dispuso a matar el partido a la contra. Con su rival volcado al ataque, cazarle al contragolpe parecía pan comido. Y así llegó una tras otra el equipo local.
Hasta que en una de esas ocurrió la magia de la Navidad. O algo así. Nos explicamos. Era el minuto 56, y Saka (que no Xhaka) recibió en las inmediaciones del área de Mendy. Se internó y le pegó.
El balón trazó una parábola perfecta hacia la escuadra del palo largo, sorprendiendo a todos. Incluído, creemos, al propio Saka. Lacazette, y todo el mundo, compañeros, rivales, aficionados, cámaras y el propio árbitro, esperaban un centro.
Solo él sabrá si de verdad le pegó tan rematadamente mal que hizo un golazo, o si fue capaz de hacer semejante genialidad. Pero a fin de cuentas lo que importa es que, efectivamente, el Arsenal se puso 3-0.
Y si con 2-0 el Chelsea estaba volcado al ataque, con el 3-0 lo estuvo aún más, y además con su zaga por completo descentrada. El 4-0 estaba más cerca que el 3-1, pero los 'gunners' no lo aseguraron.
Más bien al contrario. Tras el tiro al palo de Elneny en el 84', a los de Arteta les entró el vértigo, se cerraron atrás, y todo lo bien que habían hecho en casi hora y media estuvieron a punto de perderlo en diez minutos.
En el 85' recortó distancias, con un gol de pecho, Abraham, tras una buena jugada de Pulisic y un centro de Reece James. El gol fue anulado en primera instancia, pero validado tras tirar líneas el VAR. Milimétrico, eso sí.
Y, en el 91', penalti a favor del Chelsea. Error infantil de un Pablo Marí que jugó los últimos minutos tocado y a punto estuvo de liarla. Pero Leno le detuvo el lanzamiento a Jorginho, y ahí acabó el partido del Chelsea.
Sumó tres puntos el Arsenal por primera vez desde el 1 de noviembre, y se impuso a un Chelsea por completo desdibujado. Asciende, por tanto, hasta la decimocuarta posición el conjunto entrenado por Mikel Arteta, mientras que los 'blues' se caen a la sexta, fuera por tanto de Europa.