Empezó siendo la historia de una Cenicienta graciosa, entretenida y curiosa, que se hizo mayor tumbando la primera obra inglesa de Guardiola. Ahora, este cuento se pone tan serio como el equipo de Jardim, que volvió a aplastar a un Borussia Dortmund condenado desde el inicio por el cagómetro de Tuchel, que firmó su finiquito en el banquillo alemán con un esquema que le duró media hora.
Salir con miedo ante las bestias de Jardim es entrar condenado al partido. Un latigazo de Mendy obligó a Burki a conceder un balón suelto en el área a los tres minutos. Mbappé, que volvió a doctorarse, ahora en cuartos de final, remachó a la red el primero. El invento de Tuchel no había tenido tiempo ni de asentarse.
Tuvo Sahin el empate en una falta magistral que se estampó en el palo y el Borussia gozó de varios buenos minutos para encontrar un esperanzador 1-1 que mantuviera la eliminatoria en el aire. Pero claro, atacar implicaba desatender atrás. Y ante este Mónaco eso es un dramón digno de Broadway.
Siguió Durm en el campo y esta vez fue Lemar el que se coló por su banda para ponerle un balón de oro al 'tigre' con más hambre de esta Champions. Falcao cabeceó a la red el 2-0 y la sentencia al cuarto de hora. El colombiano tiene hambre de gloria tras las lesiones que le han lastrado durante años. Y este año promete.
Y promete porque tiene al lado a una obra de arte de la naturaleza como Mbappé. El francés marca, cabalga, contemporiza, no le quema el balón ni unos cuartos de final de Champions. Y encima, ambos tienen a Jardim detrás. El técnico sigue mostrándose al mundo gracias a la solidez y la eficacia devastadora de su equipo.
El partido se pudo ir al descanso con un resultado más abultado, pero perdonó el Mónaco. Y el Borussia, que ya había metido a Dembele (bendita la hora Tuchel) a la media hora, se reencontró con la versión más parecida a sí mismo.
El francés se inventó un jugadón en la segunda parte para regalarle el 2-1 a Reus, que volvió tras su enésimo calvario de lesiones. El 2-1 abrió el partido y prometió goles entre dos equipos que concedían en cada ataque. Pero ni el Mónaco supo golear, ni el Borussia encontró el camino para empatar.
Ya en el tramo final, Germain, que acababa de entrar por un ovacionado Mbappé, mandó su primer balón al fondo de las mallas. 3-1, eliminatoria resuelta y a semifinales con una tranquilidad inesperada para un equipo tan joven como este Mónaco que está maravillando a Europa.
Siguió intentándolo hasta el final el conjunto alemán, pero la afición monegasca ya celebraba en las gradas su regreso a unas semifinales de Champions. El viernes, Real Madrid, Juventus o Atlético tendrán que medirse a este lobo con piel de cordero que es el equipo de Jardim. A ver quién es el guapo que les evita pasar a otra histórica final.