El del Gran Canaria fue un encuentro típico de un final de temporada. Un partido en el que afloran las emociones y en el que tanto la técnica como la táctica quedan relegados a un segundo plano. Un choque de los que dicen que se juegan con la cabeza, pero que se ganan con el corazón. Y Las Palmas y el Fuenlabrada van sobrados de los dos -y de exceso de confiaza, parsimonia y permisividad-.
El conjunto dirigido por Pepe Mel asumió la batuta del juego durante la mayor parte del encuentro. Le costaba mucho crear peligro trenzando alguna jugada, pero fue el equipo que propuso, que llevó la iniciativa y que mandó. Los 'kirikos' también tuvieron sus momentos de dominio, aunque no fueron tan esclarecedores como los de los locales.
Kirian Rodríguez fue el futbolista más descarado, con más desparpajo y, sobre todo, llegada de todo el encuentro. Hasta en tres ocasiones lo intentó con lanzamientos desde la frontal del área, pero unas veces su desatino y otras Pol Freixanet mantuvieron el empate. También lo buscó Pejiño, aunque no en la medida de su compañero tinerfeño.
Las Palmas terminó encontrando premio a su insistencia, pero no fue Kirian, sino Álvaro lemos, quien recogió los frutos. El capitán ejecutó una falta lejana que se coló por la escuadra de la portería defendida por Pol Freixanet, que pudo haber hecho algo más por detener el lanzamiento.
Los 'kirikos' volvieron al césped Gran Canaria después de la reanudación con ganas de tomar el relevo de la dirección del juego, pero Pejiño firmó el segundo de los amarillos en tras un rechace del guardameta visitante. Parecía que se esfumaban las aspiraciones del Fuenlabrada... o eso pensarían los de Pepe Mel, porque los azulones no dejaron de creer.
La fe, contra el exceso de confianza
Randy Nteka aprovechó un cabezazo de Awudu que escupió el travesaño para, de cabeza, acercar a los de Sandoval en el electrónico. Y mientras, los locales, confiados. A falta de diez minutos para la conclusión, el colegiado castigó con la pena máxima una mano dentro del área de Álex Suárez. Iban Salvador engañó a Álvaro Vallés e instauró las tablas.
Fue con el empate en el marcador cuando despertó Las Palmas, pero ya hacía tiempo que el Fuenla había iniciado una locomotora difícil de detener. Como también fue imposible parar a Aboubakary Kanté, que fue sorteando rivales hasta plantarse ante el guardameta local. Lo regateó y culminó la remontada para desesperación de Pepe Mel, que no se lo podía creer en la zona técnica.
Con solo cinco minutos de tiempo reglamentario por delante, los amarillos, que ganaban 2-0 a la hora de juego, iban por detrás en el electrónico. Hasta que Claudio Mendes, que firmó su primer tanto con el primer equipo, hizo el definitivo 3-3 con un disparo que se coló por debajo de las piernas de Freixanet. Y entonces, Ávalos Barrera decretó el final. El catalán señaló la conclusión de un espectáculo que se les quedó corto y largo, al mismo tiempo, tanto a Las Palmas como al Fuenlabrada.