Para un ejército de 11 soldados en primera fila y otros 10 en la retaguardia no existe más que la guerra. El cartel de 'torneo de verano' es invisible a los ojos de Simeone y de los suyos. La filosofía del 'partido a partido' no cierra por vacaciones y el Atlético se llevó un torneo que disputaron Nápoles, Bayern y un Liverpool que murió con la cabeza alta... en la tanda de penaltis.
Pese a la falta de ritmo que se pudo ver a simple vista en ambos conjuntos, este no fue un partido de pretemporada más. Las líneas no se rompieron hasta los últimos minutos y hubo más preocupación defensiva que en las típicas 'pachangas' de las giras americanas. Era un amistoso, pero un trofeo presidía la banda... y las ganas de levantarlo e ir calentando motores para una temporada que se antoja mágica impulsaron a los de Simeone.
Eso sí, haciendo suyo el refrán de 'todos los comienzos son duros', al cuadro madrileño le costó entrar en juego. Klopp tejió una tela de araña en sus líneas superiores para ahogar a los 'colchoneros' en la salida desde atrás y lo consiguió. Pero la insistencia atlética provocó que, minuto tras minuto, la balanza se fuera equilibrando.
Dos sustos tuvo que vivir el cuadro de Simeone, uno en forma de tijera de Woodburn que se marchó por poco, para inaugurar el luminoso. Lo logró Bare, uno de los novatos, aprovechando un balón muerto en el área que escupió el larguero a remate de Correa.
Susto... y la misma historia
En una segunda parte sin mucha historia en la que Simeone dio entrada a sus pesos pesados (Griezmann, Gabi, Torres y compañía), el ánimo decayó a nivel exponencial. Casi no hubo oportunidades... hasta que Gabi derribara a Origi dentro del área cerca de la conclusión y Firmino aprovechara su oportunidad desde los 11 metros.
Pero todo no quedó ahí. El empate duró los 90 minutos y la suerte se fue hasta el punto de penalti. Allí, el Atlético hizo bueno aquel pacto que le une con el Allianz, para desgracia de unos aficionados alemanes que lanzaron sus abucheos cada vez que un rojiblanco se disponía a lanzar. Pleno de aciertos en el bando español y un fallo (mérito de Oblak y su pierna izquierda salvadora) que provocaron que la Copa Audi pusiera rumbo a Madrid.