Nada, no hay manera. Anduva lleva sin caer desde el 24 de agosto. Volvió a sacar a relucir su magia en el empate ante el Zaragoza. Tras una primera parte sobresaliente de los de Víctor Fernández, al Mirandés le bastó un error rival para poner el 1-1 y resistir como 'jabatos'.
No era su día, eso sí. Heridos, con bastantes miembros de su manada fuera de combate, no fueron capaces de hacer que su presión intensa, una presión que ya han conocido hasta los clubes de Primera en Copa, fuera efectiva. Los visitantes la sorteaban con mucho toque de pelota.
Hubo tramos en los que el dominio se decantaba a favor de los locales, pero muy breves. Sus contrincantes acababan volviendo a demostrar su superioridad y, en una de sus llegadas, Igbekeme abrió la lata con la zurda gracias a un pase lateral de Puado, que se marcó un jugadón.
No hubo reacción por parte de los de Miranda de Ebro. No porque no lo intentaran, sino porque el Zaragoza había secuestrado el protagonismo. Puado y Soro, muy acertados, estaban haciendo de nexo entre la zona medular y la punta. Estuvo cerca el 0-2, pero arribó antes la tregua para el descanso.
La rompió el Mirandés nada más comenzar la segunda mitad. Hubo un error en la salida de pelota de los maños y Matheus Aias no perdonó. Robo de pelota y pase en profundidad para el '9', que superó a Álvarez con un definición excelsa con la zurda; potente y colocada.
Los 'blanquillos' cayeron en la trampa y, tras unos compases de locura en los que pudo llegar el 2-1, se hicieron con el control de nuevo, pero con muchas más dificultades que en el primer acto. El cansancio tampoco ayudaba ni a unos ni a otros y la intensidad, junto a las ocasiones, fueron yendo a menos.
La mejor ocasión para desequilibrar la balanza estuvo en las botas de Burgui -aunque Blanco tuvo otra-. Recibió un pase raso de Puado dentro del área y, de primeras, mandó la pelota demasiado arriba por poco, desperdiciando una oportunidad que jamás volvería. Anduva se salió con la suya y sigue siendo fortín: 1-1.