El VAR aporta justicia y resta emoción. Un tanto que pasa por la sala de revisión se enfría, y a veces debe celebrarse varios minutos después de que haya ocurrido. Esa sensación descafeinada es la que tuvo Marco Asensio tras su tanto ante el Espanyol.
Corría el minuto 42 cuando una contra conducida por Modric terminó con disparo del croata desde la frontal. Tuvo la mala suerte de tropezar en un rival, aunque se acabó convirtiendo en una asistencia perfecta para el balear.
Asensio controló, se orientó el tiro y cruzó el zurdazo raso al segundo palo.
Los jugadores lo celebraron, pero enseguida se percataron de que Mateu Lahoz hablaba con la sala de revisión tras levantar la bandera el asistente. Así que todo quedó paralizado. Hubo que visionar varias veces el lance.
Tras un par de minutos de espera, el colegiado valenciano hizo el gesto de la televisión y señaló el centro del campo.
Los jugadores blancos volvieron a abrazar a Marco Asensio, aunque con menos pasión que antes. Es lo que tiene la aplicación del videoarbitraje, que racionaliza las pasiones.
Pero valió igualmente e hizo respirar a un Real Madrid al que le costó mucho trabajo superar al Espanyol, que incluso en la segunda mitad llegó a toparse con el larguero y que rozó la igualada.
22 de septiembre de 2018