Veinte minutos de pura locura marcaron el guión del encuentro. El Athletic salió a arrollar a Las Palmas y necesitó sólo 10 minutos para hacerlo.
El balón parado fue protagonista, sobre todo en la primera parte. De hecho, el Athletic abrió el marcador así, con un córner.
Lo puso Iturraspe al corazón del área y Mikel San José conectó un testarazo imparable para Raúl Lizoain. Fue el primero de varios.
Porque dos minutos más tarde sería Iker Muniain el que marcase un gol que lo necesitaba más a nivel personal que a nivel colectivo.
Dispuso de una falta en la frontal y la puso al fondo de las redes con una rosca a media altura que superó a la barrera y batió a Raúl, otra vez.
Cuando parecía que sería una lluvia de goles rojiblancos, llegó el tanto de Las Palmas. ¿Cómo? Pues a balón parado. Un córner que Bigas conectó de cabeza para batir a un Kepa confiado, que miró esperando que se marchara por línea de fondo cómo pegaba en el poste y entraba.
Sin embargo, entre Williams y Aduriz apagaron el incendio. Contuvieron el conato de revuelta de los insulares. Contragolpe lanzado por la 'pantera', pase de la muerte para Aduriz y el veterano ariete hizo magia.
Parecía que intentó superar a Raúl con una vaselina, pero no. La repetición reveló que la idea de Aduriz era hacerse un autopase por encima del portero rival, y marcar a continuación.
No le salió del todo bien, porque acabó por los suelos, pero el balón le cayó al lado y la remató como pudo, para frustración de un Lemos que no pudo evitar el tanto.
Con el 3-1 el Athletic se relajó, no quería hacer sangre, pero eso no hizo que Las Palmas reaccionase. Se llegó así al descanso, pero lo peor para los grancanarios estaba por llegar.
En dos minutos en la segunda parte, Muniain y Aduriz sentenciaron el encuentro. Dos fogonazos más, sobre todo el segundo, robando el saque de centro, acabaron con Las Palmas.
De ahí, en el minuto 60, hasta el final, alto el fuego. Bueno, Muniain quería su 'hat trick', pero sin su socio Williams, cambiado en el 78, sus opciones se vieron reducidas.
San Mamés fue una fiesta, y hasta los aficionados de Las Palmas parecieron disfrutar, pese a la goleada recibida. La imagen amable del fútbol, la única que queremos ver.