Tan inexcusables fueron los dos errores de Leo Baptistao como que Undiano Mallenco siga siendo árbitro de Primera División. Al primero, con entrenamiento y algo de suerte, le entrarán las ocasiones. Lo que es más complicado es que el trencilla pueda mejorar su rendimiento en vista del bajón de los últimos años.
Porque sólo Undiano vio falta en la jugada polémica del partido. Un centro desde la izquierda lo mandó a la red Gerard Moreno, previo fallo de su defensor al medir el salto. Era el 83 y todo el Espanyol se fue a celebrarlo... hasta que Undiano dijo 'no'. Un presunto empujón, el culpable.
El Espanyol se marchó a casa con la sensación de haber dejado escapar dos puntos. Todo lo contrario que un Levante que volvió a ser un equipo aguerrido, capaz de amargar a cualquiera. Le faltó mordiente al cuadro de Muñiz para asustar más a la tropa de Quique, que se lanzó a cuchillo por el triunfo en la segunda mitad.
Antes, apenas a los 10 minutos, Baptistao abrió la veda de la noche de los horrores. Y de los errores. Un rechace tras una mala de vaselina de Jurado fue enviado al cielo de Barcelona por el brasileño, que tenía todo a favor para haber situado el 1-0. Ya casi con el descanso llamando a los protagonistas, Morales tuvo a unos centímetros la opción del 0-1, pero no llegó a un precioso servicio de Ivi, el mejor de los visitantes.
Baptistao, Undiano y el enfado del Espanyol
El Espanyol creyó en la victoria mucho más que el Levante, a pesar de que fue Ivi el que puso a prueba a Pau con apenas medio minuto jugado de la segunda parte. Quique se la jugó y metió a un delantero, Sergio García, por el intermitente Jurado.
En el 63, Baptistao repitió error, en este caso aún más grosero. Un nuevo rechace le presentó el gol en bandeja al 'perico' que, en el área pequeña y con el portero descontrolado, colocó tan mal el pie que sus compañeros no tuvieron más remedio que llevarse las manos a la cabeza.
Apretó el Espanyol y Darder mandó al larguero lo que después Sergio García pudo empujar. Ahí estaba Raúl Fernández, heroico, para volar y negar el gol. Todo antes de que Undiano se llevara su protagonismo condenando el encuentro al empate sin goles.