Poco después de que Leo Messi revolucionara el fútbol mundial con una vaselina digna de genio en el Villamarín, Brum, de Temperley, quiso dejar su firma en el duelo ante Olimpo.
Con el marcador 0-1 y el choque aproximándose al descanso, Brum recibió en la frontal del área con varios defensores cerca de él. Lo que pasó después fue pura magia.
Brum amagó con chutar con la izquierda y se tiró el balón hacia la derecha. Un defensa, con él. El mismo zaguero que quedó rodando por el suelo cuando el de Temperley devolvió el esférico a su zurda.
En ese momento, y después de ver al portero adelantado, Brum tocó el balón con mimo para elevarlo por encima del guardameta. Una vaselina maravillosa.
18 de marzo de 2019