Miguel Cardoso no fue futbolista profesional. La pasión por los banquillos le llegó de otro modo. En la Universidad de Oporto asistió a las clases de Vítor Frade y eso le cambió la vida.
Compaginó sus estudios y su trabajo como profesor de educación física con su labor en las categorías inferiores del Oporto hasta que a mediados de la pasada década le llegó su gran oportunidad.
Carlos Carvalhal le fichó para que integrara su cuerpo técnico en Os Belenenses. Fue su primera experiencia en el fútbol profesional, y de ahí pasó a ser el segundo de Domingos Paciencia.
Con él estuvo en la Académica de Coimbra, en el Sporting de Braga y en el Sporting de Portugal. Y con él llegó al Dépor, donde se produjo el divorcio entre ambos.
Cardoso se fue entonces a Ucrania, al Shakhtar, justo antes de que el conflicto en Crimea y el Dombass obligase al club a abandonar Donetsk. Allí su vida cambió.
Empezó como coordinador de la cantera, y reforzó la que a la postre sería una de sus grandes virtudes como técnigo, la gestión de jóvenes talentos. Y Paulo Fonseca, para la 2016-17, le hizo su segundo.
Con el Shakhtar alcanzó cierto renombre, y al curso siguente se animó a volar solo por primera vez en su carrera. Le fichó el Rio Ave, y revolucionó Portugal.
Dejó al equipo quinto clasificado, sólo por detrás de los cuatro grandes de Portugal, pero lo más importante fue cómo lo hizo, con un juego propio, con mucha posesión, con mucha presión. Con mucha personalidad, a fin de cuentas.
En su presentación con el Celta dijo admirar a Mourinho, pero sin duda lo hace por afinidad nacional más que por estilo de juego. Los expertos ven en él un Quique Setién a la portuguesa.
El éxito hizo que no pudiera rechazar la llamada del Nantes francés, pero ahí naufragó. Su estilo no cuajó en la plantilla y tras apenas ocho partidos de los cuales sólo ganó uno, Miguel Cardoso fue cesado el pasado 2 de octubre.
Pero lejos de hundirse, el fútbol ha querido darle una segunda oportunidad. El Celta de Vigo ha apostado por él tras cesar a Antonio Mohamed por sus discretos resultados con una plantilla llamada a competir por meterse en Europa de nuevo.
El Celta sabe de sus virtudes, y aunque comenzó con mal pie en paso por Balaídos, su pasado deportivista no debería ser un problema. El Celta parece un equipo que encajaría bien su filosofía de juego, pero al que además también podrá explotar desde abajo.
Porque además del fútbol de toque y posesión, Cardoso sabe sacar rendimiento de los más jóvenes como pocos técnicos. Su gran éxito a este respecto es Judilson Mamadu Tuncará Gomes, conocido en esto del fútbol como Pelé.
El luso-guineano brilló con luz propia junto a él en el Rio Ave (37 partidos, 7 goles siendo mediocentro y una puntuación media de 7 le avalan), y el Mónaco le fichó a cambio de 10 millones, la venta más cara del club luso, superando a Fabinho, quien también se marchó definitivamente rumbo al Mónaco tres veranos antes.
Pero no sólo hizo esa 'magia' en Portugal. En Ucrania sacó de la cantera del Shakhtar a no pocos jugadores, entre los que destaca Aleksandr Zinchenko.
El tiempo dirá si el Celta ha acertado o no con la contratación de este técnico, con una experiencia limitada, pero con muchas tablas lejos de los focos.