Lo del Valladolid con el VAR empieza a ser digno de estudio. Otra vez el videoarbitraje ha vuelto a actuar en lo que consideran el enésimo agravio a sus intereses.
Pero empecemos por el principio, vital para comprender por qué el partido quedó marcado irremediablemente por una decisión arbitral tan controvertida que estuvo casi cinco minutos en revisión.
El primer tiempo fue muy distinto al segundo. Porque ni Levante ni Valladolid querían conceder nada a su rival. El que perdiera aquí se metería en apuros, y todos lo sabían.
El Levante dominó gran parte del primer periodo, pero el Valladolid estaba muy bien plantado sobre el terreno de juego. De hecho, los pupilos de Sergio González no inquietaron a Oier hasta el minuto once, pero tampoco sufrieron para contener los ataques del rival.
Los ataques 'granotas' se sucedían. Morales y Jason dispusieron de no pocas ocasiones de peligro, pero el gol se le resistía al Levante.
Alcanzado el ecuador del primer tiempo, los de Paco López se dieron un respiro y dejaron la iniciativa al Valladolid, pero fue algo efímero. Pronto volvía a atacar el Levante y a merodear el gol.
Éste llegó en el último suspiro, tras una falta en el lateral del campo. Rochina la puso con rosca y Coke saltó más que nadie para ponerla lejos del alcance de Masip.
El partido podría haber cambiado por completo si inmediatamente después, en la jugada iniciada por el Valladolid tras sacar de centro, Enes Ünal hubiera marcado lo que parecía un gol clarísimo, pero que el delantero turco no estuvo nada acertado.
Recibió el Valladolid el descanso con los brazos abiertos. El gol de Coke y el fallo de Ünal habían sido un durísimo revés, pero las caras de preocupación se convirtieron en alegría desbordada cuando a los tres minutos de la reanudación Óscar Plano empataba el partido.
Logró lo que se le resistió en otra ocasión minutos antes, en el primer tiempo. Estaba en la frontal que le llegase un balón suelto con una única misión, chutar, aunque fuera a las nubes, para evitar la contra del Levante.
Óscar Plano cumplió, pero ahora su tiro fue a puerta. No pegó en nadie, atravesó el bosque de piernas y se coló en el fondo de las redes de Oier. El Valladolid celebró el gol, pero Jaime Latre recibió la llamada de la sala VOR.
El gol estaba en revisión, y tras unos minutos de creciente tensión, el propio Jaime Latre se acercó a la televisión para verlo con sus propios ojos. Y decretó que hubo fuera de juego posicional de Enes Ünal.
El turco estaba aparentemente adelantado por centímetros en el momento del golpeo, y el colegiado consideró que su presencia a cosa de un metro de Oier afectó al portero. Dicho de otro modo, el turco influyó en la jugada.
Gol anulado. Otra vez el VAR privaba al Valladolid de una alegría. No era la primera, y muchos presienten que tampoco será la última. Tras este episodio, el partido fue otro.
El Levante se echó de forma descarada atrás. Lejos de arriesgar, los de Paco López se pusieron a jugar a la contra. El Valladolid dominaba el esférico, pero ese dominio no se transformó en ocasiones de verdadero peligro.
Sergio quemó sus naves con sus cambios. Metió a Verde, Keko y Duje Cop, y con el Pucela volcado al ataque, el Levante buscó la sentencia, la cuál llegó en el tiempo extra.
Keko tuvo el empate previamente en sus botas, pero su remate salió desviado. Respondía el Levante a los ataques del Valladolid con contragolpes, y fue finalmente uno culminado por un Roger entrado al campo en vez de Mayoral quien puso punto y final al partido.
Un partido que terminó afeado por una tangana iniciada por Daniele Verde, muy enfadado y al borde de un ataque de nervios. El asunto no fue a mayores, y Borja y Morales firmaron la paz con un abrazo al terminar el partido.
Un partido que deja al Levante con 26 puntos, tantos como Valencia y Real Sociedad, lo que le permite escalar hasta la décima plaza. El Valladolid, que sigue sin ganar en lo que va de año, cae hasta la decimoquinta plaza. El descenso está ya a sólo dos puntos.