Ricardo Santos era uno de los amigos de la infancia de Cristiano, con los que compartía pachangas en las calles de Madeira. Ambos empezaron juntos en el Andorinha, club que vio los primeros pasos futbolísticos del jugador del Real Madrid.
"Le llamábamos llorón porque siempre le ha encantado ganar, al igual que hoy. Y cuando perdía o los otros jugadores no le pasaban el balón, habitualmente lloraba", explicó el amigo de Cristiano.
El portugués regresa hoy a Funchal para disputar un encuentro muy especial ante Suecia bajo el abrigo de su gente, que volverá a ver en casa al niño que lloraba cuando no le pasaban el balón en las calles de Madeira.