El Real Madrid se quedó a un punto de sumar su 33 título de Liga tras una auténtica batalla en Balaídos, que tuvo de todo y se convirtió en un repaso en directo a los principales géneros cinematográficos por obra y gracia de Martínez Munuera.
Los de Zidane se adelantaron relativamente pronto y dieron sensación de poder matar el choque y golear ante el planteamiento casi suicida del Celta. Los vigueses utilizaron el marcaje individual por todo el campo y dejaron numerosos espacios atrás, que fueron aprovechados por Cristiano para hacer el primero en un contragolpe.
El choque tornó entonces en cine negro, siendo Guidetti el antihéroe local. El sueco, con la cabeza todavía en Old Trafford, se perdió en mil batallas y estuvo lentísimo en las dos ocasiones en las que pudo haber cambiado el signo del partido. Tampoco Sisto, tan activo como errático, vivió su mejor noche, y es que el Celta le puso empeño pero, como casi todo el tramo final de la temporada, estuvo impreciso.
Los celestes, en todo caso, habían tomado el mando del partido por dejadez del equipo blanco, que se confió pensando que iba a sentenciar al contragolpe y acabó persiguiendo a los de Berizzo como en una película de acción durante prácticamente la última media hora de la primera mitad.
En ese lapso de tiempo, el Celta pudo empatar con suspense en un chut de falta de Wass ante el que puso los puños Keylor y Martínez Munuera comenzó a convertirse en protagonista al mostrar a Iago Aspas su primera amarilla por protestar una clara mano de Varane junto a la línea de fondo. Cine policíaco en estado puro.
Locura en la segunda mitad.
Había pasado de todo, pero quedaba lo mejor. Guidetti pudo convertir la película en un film de fantasía si hubiera transformado una dejada de Wass tras la renudación, pero era pura ciencia ficción, pues la jugada acabó justo en las redes de su equipo. El sueco se durmió, Danilo despejó e Isco le fabricó un gol espectacular a Cristiano, que no perdonó ante Sergio.
Faltaba la comedia, y esa ya se encargó de ponerla Martínez Munuera. Con 0-2 en el marcador, Sergio Ramos cometió un claro penalti sobre Iago Aspas y el colegiado le expulsó por simular. Ver para creer, Aspas estaba fuera del partido con media hora por delante por dos acciones en las que el delantero gallego llevaba razón.
Para colmo, en la otra área, una acción similar sobre Cristiano no fue sancionada con el mismo rasero y el Celta enloqueció, bordeándose el terror desde entonces, con un equipo vigués totalmente desquiciado y el Madrid sin saber dónde meterse por no ser culpable de la situación. Era una tarjeta que, por cierto, hubiera impedido a Cristiano jugar el último partido de Liga en Málaga.
En medio del desconcierto, Guidetti aprovechó un despiste del Madrid para poner el 1-2, pero rápidamente Benzema hizo patente la superioridad física y moral del Madrid para llevar el 1-3 al electrónico.
Quedaba el gol de Kroos, que redondeó el marcador, y el thriller que supuso la pelea entre 'Tucu' Hernández y Sergio Ramos casi en el descuento, que estuvo a punto de propiciar la roja al central y el drama para el de Camas de tener que ver desde casa la final por la Liga el domingo. Como era de esperar, el árbitro del choque se lo perdió y decidió repartir amarillas y olvidar la acción ante la atónita mirada del respetable de Vigo.
Pura ciencia ficción, pues lo que prevaleció fue la realidad, una historia de cine épico para el Madrid y de cine de catástrofe para el Barcelona, al que ya sólo le vale la derrota del Madrid en La Rosaleda si quiere sumar otro título de Liga.