Pobres los 8.518 espectadores que estuvieron en el Carlos Belmonte, porque el enfrentamiento entre el Albacete y el Villarreal B decepcionó a todos.
Cuando se esperaba que el local asuma la responsabilidad durante todo el encuentro, solo en el final de la segunda parte generó peligro sobre el arco de la visita.
El equipo dirigido Ruben Albés intentó estirar su buen momento, pero solo logró sumar un empate en casa. Mientras que los de Miguel Álvarez se vuelven a Castellón con los bolsillos llenos, porque lograron lo que buscaron, sumar para que la victoria ante el Andorra sirva.
En la primera mitad no hubo mucha acción. El Albacete asumió, dentro de lo poco que pudo hacer, el dominio, pero en ningún momento alguno de los hombres de Albés se tomaron la molestia de romper el ritmo.
Recién en la última acción del primer tiempo casi abre el luminoso Maestre, pero su disparo, desviado en un defensa, repelió el poste izquierdo de Filip Jörgensen.
En la segunda parte, el Albacete tomó las rienda del duelo y lo intentó, pero fue imposible contra el muro del Villarreal B.
Jörgensen se mostró muy firme ante cada acción de peligro que le llegaban a sus manos. Higinio fue el primero. Al delantero del equipo local le quedó suelto el balón en el área pequeña, pero su disparo salió mordido y terminó atrapándolo sin problemas el meta.
Sobre el final fueron cuando aparecieron las jugadas claras para el Albacete, que lo intentaba ya por todas la vías.
Primero avisó Álvarez. El mediocentro recibió un centro desde la derecha de Marín, pero le pegó tan mal, que casi llega al banderín del córner. Así de impreciso se mostró el cuadro dirigido por Rubén Albés.
Y ni siquiera el colegiado quiso dar más de tres minutos de añadido. Hasta él se hartó de lo mal que estaban jugando los 22 protagonistas. Solo sacó tres tarjetas amarillas, ni siquiera intentaron cortar las acciones mediante el juego brusco. Lo cierto es que esta noche, en el Carlos Belmonte, estuvieron todos muy livianitos menos Jörgensen, ya que de no ser por él, el Villarreal se volvía con las manos vacías.