Para obtener un resultado más rápido y duradero y para evitar los efectos secundarios de los medicamentos sistémicos, los médicos suelen recurrir a las infiltraciones de cortisonas para tratar lesiones de varios tipos, con el objetivo de reducir al máximo el tiempo de recuperación.
Pero, ¿los beneficios compensan los riesgos? Hasta hace poco no había datos concluyentes al respecto, pero últimamente han aparecido estudios médicos con solidez.
Existen varios riesgos asociados y, aunque todos son relativamente poco frecuentes, algunos deben ser valorados:
- Infección: las infecciones graves son poco frecuentes, ocurren del 0,1% al 0,01% de las inyecciones.
- Punción dural ('punción húmeda'): la punción dural se produce en el 0,5% de las inyecciones. Puede causar dolor de cabeza posterior a la punción (también llamado cefalea por punción lumbar) que suele mejorar a los pocos días.
- Sangrado: el sangrado es una complicación poco frecuente y es más común en los pacientes con trastornos hemorrágicos subyacentes.
- Daño en los nervios: aunque ocurre con muy poca frecuencia, puede producirse daño en algún nervio a causa de un traumatismo directo con la aguja, una infección o hemorragia.
También existen efectos negativos, aunque es verdad que son raros: el abuso de esta técnica puede derivar en problemas más graves como úlceras, artrosis (degeneración del aparato óseo) o depresión de las glándulas suprarrenales que puede provocar pérdida de peso, hipotensión, hiperpigmentación y sueño excesivo, entre otros padecimientos.
Por todo ello, se trata de no hacer más de tres o cuatro infiltraciones al año por paciente y por articulación, aunque esta norma puede variar dependiendo de cada paciente. También es importante no infiltrar más de tres articulaciones por sesión y dejar entre cada infiltración un período de al menos 15 días.
¿Y qué nos dicen los estudios sobre los riesgos anteriormente citados? Pues se ha visto que hay ciertas complicaciones que son bastante frecuentes; por ejemplo, el 9% de pacientes tienen atrofia y/o despigmentación de la zona infiltrada y al 8% les provoca un empeoramiento del dolor.
Desde el punto de vista médico estas alteraciones no se suelen considerar graves. En cambio, las que sí son importantes, como la ruptura del tendón, parecen más raras de lo que se pensaba y afectan a un 1% de los deportistas infiltrados.