Y pudo ser mayor aún el protagonismo argentino en el choque, aunque las ausencias de Paulo Dybala y Gonzalo Higuaín en las filas italianas lo impidió.
El Ramón Sánchez Pizjuán, de gala y lleno hasta los focos, se las prometía muy felices cuando, en la primera llegada de los de Sampaoli, el central Pareja agarró una volea al borde del área que los colocaba directamente como primeros de grupo de la fase de grupos de la Liga de Campeones ante la "Vecchia signora" de Massimiliano Allegri y encendía así la euforia de Nervión.
Volvía a casa el brasileño Dani Alves desde que en 2008 se fue al Barcelona tras un exitoso sexenio en Sevilla (2002-2008) y el traspaso más jugoso de la historia del sevillismo, y el comienzo no había podido ser más esperanzador para las expectativas del colectivo entrenador por Sampaoli hasta que se puso en inferioridad por dos tarjetas amarillas recibidas por el italoargentino Franco Vázquez en cinco minutos.
La pareja de argentinos estaba servida de mano en sentidos opuestos, pero el Sevilla siguió dominando en el marcador hasta que llegó el 'trío' en forma de un riguroso penalty pitado por el inglés Mark Clattenburg sobre el zaguero Gabriel Mercado, que fue anotado por Marchisio al filo del descanso y que ponía las cosas muy cuesta arriba para los de Sampaoli tras el descanso.
El póker argentino terminó por completarlo el de Casilda al ser expulsado por protestar una acción no pitada sobre el carrilero Mariano y, como consecuencia también, del estado de nervios y las protestas en las que se había instalado tras la pena máxima y otras jugadas en las que el protagonista fue, en muchas de las ocasiones, el punta colombiano Juan Cuadrado.
La tensión y los nervios terminaron por dejar el mando del banquillo sevillista en manos del segundo de Sampaoli, Juanma Lillo, y a éste en un palco en la tribuna desde el que no paró de dar indicaciones hasta que Bonucci remató las ilusiones del sevillismo por pasar como primeros de grupo a los octavos de final de La Liga de Campeones.
Aunque dicen los sevillistas que su equipo "nunca se rinde", sí bajo los brazos, pese a los 'arreones' finales, tras el disparo seco que agarró Mandzukic en la frontal del área y terminó abatido después de que el exdelantero del Atlético de Madrid rubricara la victoria final de los de Allegri y dejara enmudecido al estadio Sánchez Pizjuán, que entonces sí bajó los brazos.
Como hizo Jorge Sampaoli a dos minutos del pitido final, cuando abandonó el asiento en el que había gesticulado hasta la agonía y del que, visto el resultado, se levantó con destino al vestuario.
La carta definitiva del argentino para pasar a la siguiente ronda de octavos de final de la Liga de Campeones se la habrá de jugar ante el Olympique en terreno francés y, más que de azar, el de Casilda y su equipo entran en fase de calculadoras.