¿Quién le iba a decir a Sam Clucas hace ocho años que iba a estar a un partido de jugar la final de la EFL Cup? En aquel momento Samuel Reynold Clucas tenía 18 años, jugaba al fútbol más por afición que por profesión y se ganaba la vida en una cafetería de Lincoln.
Ganaba seis libras y veinte peniques a la hora, limpiando mesas y atendiendo a los clientes. De hecho, empezaba a estar asqueado del fútbol.
Pasó diez años en la academia del Leicester City, y en 2009 salió. Mejor dicho, le echaron. Tenía 18 años, casi 19, y el Leicester le rechazó por 'bajito'. Medía menos de un 1,70m a los 16, y el estirón le dejó a escasos centímetros del metro ochenta.
Él afirma que los servicios médicos del Leicester pronosticaron que llegaría a 1,88m, pero nadie en el club creía que pudiera suceder. Pero así fue. Despidieron al máximo artillero del equipo durante cuatro temporadas consecutivas por bajito y ahora mide casi 1,90.
No llegó a tiempo. Fue insuficiente para el Leicester, y Clucas comenzó a peregrinar por el fútbol modesto de Inglaterra: Nettleham, Lincoln City, Hereford United... Incluso pasó un año por España, militando en el Jerez Industrial, cedido por la Glenn Hoddle Academy, antes de recalar en el Hereford.
Era entonces cuando peor estaba de moral. La salida del Leicester fue traumática, y cada vez estaba más desencantado con el fútbol. De hecho, comenzó a compaginar el trabajo en una cafetería con los entrenamientos, porque necesitaba el dinero.
Y entonces llamó el Hereford United a su puerta. Entonces comenzó su ascenso. Él dice que se lo debe a Glenn Hoddle, el ex futbolista que le dio una segunda oportunidad tras pasarse un año en blanco en el Lincoln.
Desde que fichó por el Hereford en 2011, Clucas ha jugado cada temporada en una división superior. Con éstos, en Conference National; de ahí pasó al Mansfield, que jugaba en la League Two; al Chesterfield, de la League One y...
El Hull City en 2015, en el Championship y, este año, en la Premier League. Su vida ha cambiado por completo en cinco años.
En cinco años ha pasado de entrar como sustituto en un partido con el Hereford contra el Bristol Rovers, en casa, ante 2.500 almas, a jugar la semifinal de la EFL Cup en el estadio del Hull City, contra el Manchester United, su club desde pequeñito.
Un club del que, de hecho, fue accionista. Pero cuando los Glazers se hicieron con el equipo se vio obligado a vender sus acciones en cuanto cumplió 18 años. Ganó 350 libras con la venta y se compró un buen par de botas de fútbol.
El fútbol profesional es un deporte muy cruel, pero a veces permite que unos pocos elegidos vean cumplidos sus sueños. El éxito le ha llegado tarde a Clucas (tiene 26 años, encara la recta final de su carrera), pero siempre vale más tarde que nunca.