Y es que, en tres minutos, el colegiado cambió hasta tres veces de opinión. Desde un primer momento, parecía que el gol era válido, aunque a los segundos de que el atacante del Athletic anotara, señaló que estaba en posición ilegal.
Pero la anulación del tanto no fue normal, pues estuvo más de un minuto hablando con sus asistentes, con los que decidió, tras coger el balón señalar un penalti. La pena máxima fue pitada por que, el balón que le llegó a Iñaki Williams en fuera de juego, llegaba procedente de un pase de Aduriz, a quien el portero del Rapid de Viena se llevó por delante.
Y, cuando parecía que todo se había aclarado, llegó lo increíble. Tony Chapron decidió que el penalti no se lanzaría y lo anuló, dejando todo en un simple fuera de juego.
El público, como es lógico, se echó totalmente encima del trencilla, que pitó el final de la primera mitad sólo un minuto más tarde. Una situación totalmente de locos.