Probablemente sólo sea momentáneo, pero el Real Valladolid se ha despertado este lunes henchido de orgullo y, tras mirar a la clasificación, presume de puesto de clasificación a Europa y de estar por encima del Real Madrid.
No podrán ser líderes por la diferencia de goles, pero, si los vallisoletanos se imponen al Espanyol el viernes, compartirán el liderato de la Liga con el Barcelona. Ver para creer en un equipo que tenía muy mala pinta cuando Sergio reemplazó a Luis César Sampedro en las últimas jornadas ligueras de la pasada campaña.
El técnico catalán, ahora mesías de la afición blanquivioleta, llegó a un equipo hundido moralmente y con muy poca fe en sus posibilidades. En sus 21 partidos como entrenador, el Real Valladolid sólo ha conocido la derrota en cuatro. Unos números que se podían entender la pasada campaña, por tratarse de uno de los conjuntos punteros de Segunda División, pero que cobran especial importancia en la presente, con sólo dos partidos perdidos y cuatro triunfos consecutivos.
Sergio ha reforzado la defensa y le ha dado la confianza necesaria a piezas que cometían errores inexplicables durante la pasada campaña. A Nacho, uno de los mejores laterales izquierdos de lo que va de Liga, lo sacó del ostracismo, en tanto que asentó en la titularidad a Javi Moyano y confió de manera persistente en Kiko Olivas y Fernando Calero, dos defensas impecables desde su llegada.
En la portería, ha sabido sacar lo mejor de Jordi Masip. El ex arquero del Barcelona, con una confianza brutal, se ha mostrado muy seguro en el comienzo de Liga y, no en vano, es el guardameta menos goleado en estos momentos tras Jan Oblak.
Aunque al equipo le costó sacar la primera victoria, siempre confió en sus posibilidades. Y el chut anímico de la compra del club por parte de Ronaldo terminó por reactivar al Pucela.
Precisamente la unión de la plantilla es la que ha logrado sacar al equipo de abajo. Con cuatro victorias seguidas, los castellanos son el equipo más en forma del campeonato y uno de los mejores del comienzo de temporada en las grandes ligas.
Y lo ha conseguido sin hombres clave como Óscar Plano, héroe del ascenso y lesionado hace un puñado de partidos, o Jaime Mata, máximo artillero de Segunda la pasada campaña, que se fue al Getafe al no poder renovar el equipo vallisoletano su contrato.
El bajo presupuesto -el equipo optó por ahorrar y pagar la deuda- fortaleció aún más a la plantilla, pues no llegaron grandes nombres y los jugadores sintieron que el club confiaba en ellos, dejándose la piel en cada partido.
En cuanto a la táctica, Sergio alterna partidos con dos puntas con otros en los que sacrifica un atacante para reforzar el centro del campo. Dicha opción la utilizó sin ir más lejos en el Benito Villamarín, donde reforzó el flanco derecho con doble lateral y Antoñito, su gran apuesta, hizo el tanto del triunfo.
Con semejantes argumentos, no es de extrañar que el Real Valladolid haya firmado sus mejores números de las últimas dos décadas, pues no enlazaba cuatro triunfos consecutivos desde hace 19 años, con Sergio Kresic en el banquillo.
A partir de ahora, aún con menos presión, los blanquivioletas se convertirán en un equipo todavía más peligroso. El colchón de puntos con respecto a los equipos de la zona baja les permitirá jugar sin agobios, por lo que, como en Sevilla, se verá su mejor fútbol. Y esto no ha hecho nada más que empezar....