En 2004 se fundaba la Superliga China para intentar dar un empujón a un fútbol que no pasaba por su mejor momento a nivel de clubes. En 2010, problemas con las apuestas les obligaron a tomar medidas. Desde entonces, el torneo no ha dejado de crecer.
La Liga se celebra desde marzo hasta noviembre. 16 equipos compiten por el título y las cuatro plazas que dan acceso a la Champions AFC, el torneo que junta a los mejores clubes del fútbol asiático. Y los dos últimos descienden a la Segunda División China.
Curiosamente, existe un límite para jugadores extranjeros con el fin de fomentar a los jugadores nacionales. Sólo cinco extranjeros por equipo y una ficha extra para aquellos que vengan de un país que forme parte de la Confederación Asiática.
30 jornadas a ida y vuelta para dirimir el campeón. Durante los últimos cinco años, el Guangzhou Evergrande ha repetido título y se ha mostrado intratable.
Para este curso, el equipo de Scolari, que representó al Continente en el pasado Mundial de Clubes, se ha reforzado con Jackson Martínez, uno de los grandes fichajes que ha dejado el mercado invernal.
Además del ex rojiblanco, otras grandes estrellas han apostado por recalar en el incipiente fútbol chino. Montero, Alex Teixeira, Guarín, Gervinho o Ramires. Todos ellos llegan en el punto álgido de sus carreras y procedentes de equipos importantes de Europa.
China ya no recibe jugadores camino de la retirada, sino que ha logrado convencer a algunas estrellas del fútbol europeo para reforzar la imagen de una Superliga en constante crecimiento.
A base de talonario, China quiere emular y competir con la MLS, la otra Liga que más está creciendo durante estos últimos años.
Pero no sólo son jugadores los que acuden a la llamada, ya que muchos entrenadores de primer nivel están aceptando el reto (y el dinero) que supone entrenar en China.