No hay mal que cien años dure. Y lo del Madrid y el Signal Iduna Park no iba a ser menos. Tuvo que ser Cristiano, siempre Cristiano, el que devastara el muro amarillo que tanto se le venía resistiendo al Madrid en Europa. En su partido 400 de blanco, se regaló una nueva medalla para su extensa galería de logros. Se hartan de matarle y él no se cansa de volver. Porque siempre aparece cuando más se le necesita. Sus dos partidos sin marcar en Liga le habían puesto en la diana. Otra vez...
Cristiano es un animal de Champions, como lo es el Madrid. Esta competición les transforma de tal manera que no importa el contexto, las rachas o cómo lleguen al partido. El idilio no tiene fin o no se le avista. Porque cuando suena ese himno, hay algo que se enciende dentro de esa camiseta.
Zidane optó por su once de gala sin Benzema y tras unos primeros minutos de dudas y presión local, el centro del campo madridista se puso a tejer ocasiones hasta encontrar el primer tanto del partido. Antes, no podía faltar la polémica con unas manos de Ramos que el colegiado no señaló.
En el proceso de acción-reacción que se convirtió el partido, Bale mandó una banana de Carvajal al fondo de la red para recuperar confianza y seguir con su proyecto de reconquistar al Bernabéu. Buen partido del galés, que acabó tieso. Literal. De sus botas partió también el 0-2, rematado a las mil maravillas por Cristiano, que desató la tormenta tras reencontrarse con el gol.
Lo había buscado con ahínco el portugués, que terminó la primera parte con las mismas sensaciones que los duelos ante Betis y Alavés. Su pólvora seguía mojada, pero ese malfario no podía durar demasiado. Tuvo que ser en Alemania, país fetiche para el portugués, y en Dortmund, escenario del que nunca se ha ido sin marcar (5 goles en cuatro partidos lo atestiguan).
El Madrid dominaba y tenía momentos de gustarse. Cuando Isco, Modric y Kroos se ponían a tocar, los alemanes sólo podían casi pararse a disfrutar. Pero este equipo no es de los que presumen de paciencia. Nada le atrae más que la portería contraria. Si huele sangre no se puede frenar. Y aquello tenía aroma de matadero. El Borussia Dortmund mantuvo el pulso, rompió el partido e inició la ruleta del ida y vuelta en la que todos compiten y casi siempre gana el Madrid.
Si apareció Cristiano, Aubameyang tampoco faltó a su cita con el gol. Se adelantó a un Ramos imperial -soberbio encuentro del camero- para batir a Keylor tras un centro de Castro. 1-2, partido apretado con un mundo por delante y el físico empezando a hacer mella. La espalda de la defensa alemana era un océano que explotó el Madrid desde el minuto uno. Acumuló ocasiones como para golear escandalosamente, pero no están los blancos para vacilar de pegada ultimamente.
La Champions y Cristiano, un idilio interminable
La velocidad de Bale y Cristiano o las incorporaciones de Carvajal eran puñales al corazón de un Borussia que se veía corriendo más hacia Burki que hacia Keylor. Vio Zidane que eso era bueno, y lo dejó pasar. De Yarmolenko a Isco y de Philippe a Bale. El intercambio de golpes quedó precioso para el aficionado. Y los entrenadores no le hacían ascos al espectáculo.
Tonteó el Madrid con el empate, como manda su historia, y acabó rematando la faena, como suele ocurrir. Pase de Modric a Cristiano y derechazo imparable del portugués, que calmó las aguas, derribó el siempre temido muro amarillo y plantó la bandera del conjunto blanco en el Signal Iduna Park, territorio inhóspito para los madridistas hasta esta noche.
La noche que pudo completar Asensio, otro a los que debe recuperar Zidane. Quiere sus goles el balear, y corre el riesgo de obcecarse. Esta vez tuvo la suerte de que Cristiano ya estaba satisfecho, pero le negó el hat-trick en la enésima contra del partido para los visitantes.
El temido Borussia, que tiene pie y medio fuera del torneo, acabó hincando la rodilla ante el actual rey de la Champions. Plantaron cara, pero terminaron despertando a la bestia. Cristiano está de vuelta, Bale ha recuperado la chispa y el Madrid manda un aviso a toda Europa. Si buscaban un punto de inflexión, en el muro amarillo está su muesca.