Esa derrota por 2-3 en Londres ante su rival de esta noche es lo que tiene al Arsenal contra las cuedas. Ese balón que David Ospina soltó cuando tenía agarrado dentro de su propia portería, en una jugada que de ridícula era imposible, puede decidir si a partir de enero juegan Champions o Europa League.
Al menos, los de Wenger no pueden caer eliminados, haga lo que haga el Dinamo de Zagreb, ya que les han vencido en sus enfrentamientos directos. Llevan dieciseis años consecutivos pasando a la fase eliminatoria (y los últimos cinco, cayendo en octavos, pero eso es otra historia), y este año lo tienen realmente difícil.
Y la razón es simple: han de 'ganar' la eliminatoria al Olympiakos, su correoso rival esta noche. Han de levantar un 2-3 en 'territorio comanche', que es una de las mejores formas de describir el Hades al que se enfrentarán y del que quizá salgan vivos cual Orfeo, o caigan en sus redes como le sucedió a Teseo. Pero aquí no habrá un Heracles (que bien podría ser el Bayern) que acuda a su rescate. Lo que hagan los muniqueses en nada influye a lo que suceda en El Pireo.
Un 0-2 le vale al Arsenal. Un 1-2, no. Un gol del Olympiakos obliga a marcar tres a los de Wenger. Pero eso tres hacen que a los griegos no les valga con dos goles. Si el Arsenal marca tres o más, el Olympiakos deberá empatar como mínimo para pasar de ronda.
Será un partido de mucho nerviosismo, quizá de muchos goles, quizá de ninguno. De desazón porque llega el minuto 90 y no se han logrado los objetivos. Un partido bonito para el espectador neutral, y de sufrimiento inaceptable para el hincha. Fútbol en estado puro.
El Olympiakos puede formar con: Roberto; Elabdellaoui, Da Costa, Siovas, Masuaku; Milivojevic, Cambiasso, Kasami; Sebá, Pardo e Ideye.
El Arsenal saldría con: Cech; Bellerín, Koscielny, Mertesacker, Monreal; Ramsey, Flamini; Chamberlain, Özil, Campbell; Olivier Giroud.