El Levante ya es, de forma matemática, equipo de Segunda División. Su derrota en La Rosaleda por 3-1 deja sentenciados a los granotas, que ya no se jugarán nada en las dos últimas jornadas de Liga.
Empezó muy fuerte el Málaga, que dominó con soltura la primera media hora de juego. Tanto fue así, que parecía que eran los locales los que se jugaban la vida. Hasta siete córners botaron los de Javi Gracia en los primeros minutos.
La banda izquierda del Málaga era una autopista para Chory Castro y Ricca. Este último, fue el que le puso la asistencia a Cop en el primer gol, en el que se adelantó a Medjani y batió a Mariño, que llevaba varias intervenciones de mucho mérito.
El gol espoleó al Levante, que era consciente de que ese gol lo mandaba a Segunda División. Un pase a la espalda de Filipenko, que había entrado en la primera parte por lesión de Rosales, fue aprovechado por Morales, que ganó la carrera al bielorruso y batió a Ochoa.
La segunda parte empezó más igualada que la primera. Tanto Ochoa como Diego Mariño realizaron buenas paradas. El Málaga seguía llegando con mucho peligro por la banda izquierda y el Levante buscaba crear peligro a la contra.
En el minuto 75, llegó la jugada que pudo haber cambiado el partido. El árbitro anuló un gol a Morales de forma incomprensible. El asistente señaló fuera de juego. Algo que sólo vio él y nadie más. Ese error arbitral desquició al Levante y obligó a Rubi a quitar a un defensa para irse aún más arriba.
Con el Levante volcado, un disparo de Charles al palo fue aprovechado por Cop, que mandó el rechace al fondo de la red. Chory Castro sentenció el partido con un zurdazo desde el borde del área, tras varias ocasiones en las que estuvo a punto de marcar, pero en las que se encontró con un inconmensurable Mariño.
El Levante dice adiós a la máxima categoría tras seis temporadas consecutivas entre los grandes. No jugaba en Segunda División desde la temporada 2009-10 y espera volver a ser un equipo de Primera División en la temporada 2017-18.