Édgar Badía se formó en la cantera del Espanyol, e incluso llegó a debutar en Primera con los 'pericos', pero tras un nuevo año en Segunda B decidió salir. Y le tocó buscarse la vida, y hacer de ese defecto que era su corta estatura, para un portero, una virtud.
El guardameta barcelonés se formó en el Espanyol, pero el Barcelona llegó a tantearle. Sin embargo, fue descartado por una razón: aunque estaba en pleno crecimiento, parecía que no iba a ser muy alto.
Y en efecto, así fue. Mide 1,80 metros, y es de los porteros más bajitos de Primera. Solo Aritz Castro, Samu Pérez y Sergio Álvarez miden menos que él. Jordi Masip, guardameta y capitán del Valladolid, le iguala, y sin embargo este sí tuvo el beneplácito del Barcelona en su momento.
La cosa es que su carrera tuvo que adaptarse a las circunstancias. Él era portero, y aunque no fuera muy alto, cubría de sobra sus carencias con su agilidad felina.
Empezó a labrarse un nombre en el Reus, donde militó hasta que el club tarraconense implosionó por las deudas, tras lo que recaló en el Elche. Y allí, tras apenas temporada y media, se ha convertido en su capitán y referente.
El pasado curso, el del ascenso a Primera, firmó el mayor número de paradas de todos los de Segunda en la 2019-20, y este curso, en la élite, está demostrando que no fue casual.
Su temporada comenzó con una exhibición en el Trofeo Joan Gamper, ante el Barcelona, y en Liga ya lleva 14 paradas, 3,50 por partido, el tercer mejor registro de la categoría en estos momentos (solo superado por Jaume y Oblak).
Y así, aquel portero que el Barcelona descartó por bajito, y que el Espanyol dejó escapar en su momento, es, a sus 28 años, el guardameta revelación de la Primera División.