Basta ya de decir que lo de Zidane es pura herencia de Ancelotti. El técnico francés superó una verdadera prueba de fuego en el Allianz y se quitó de en medio de una tacada dos piedras enormes del camino, el equipazo que conforma el Bayern en la actualidad y el complejo que le ha colgado un sector del mundo del fútbol que asegura que todo lo que está consiguiendo el francés ha llegado por herencia del italiano.
Zidane cambió el choque desde la banda en el descanso y el Real Madrid mandó y pudo golear tras la reanudación. Sólo lo evitó un Neuer angelical, que mantuvo con vida al Bayern de Múnich ante la avalancha blanca con un repertorio de paradas sólo digno del que todavía es el mejor guardameta del mundo.
Ausente el Bayern desde la roja a Javi Martínez, el Madrid pudo dejar sentenciado el pase a las semifinales, pero tendrá que rematar en el Bernabéu, ante su afición, en un choque que no se presenta tan decisivo como a priori parecía.
El inicio esperado.
El infierno bávaro existió. Los locales dispusieron de hasta 6 córners hasta que Vidal hizo el tanto. El chileno, el mejor de largo de su equipo, remató solo ante el mal marcaje de Nacho y la puso lejos del alcance de Keylor Navas. Mal empezaban las cosas para un Madrid que no quería encajar pronto.
Pero era un puro espejismo, pues el costarricense prácticamente no había intervernido y no participaría más. Antes, Benzema había estado a punto de hacer un 0-1 que hubiera sido demoledor, pero Neuer comenzó su recital con una parada casi imposible que dio alas a los suyos.
Por lo demás, la primera mitad discurrió entre el miedo a perder de ambos, con los dos equipos jugando a un ritmo bajísimo y dejándolo todo para la segunda mitad.
Bajas decisivas.
El Bayern finalmente echó en falta a sus bajas mucho más que el Real Madrid. Lo hizo en ataque, porque Müller parece una sombra del goleador que un día fue, y en defensa, con Javi Martínez y Boateng haciendo aguas y pidiendo a gritos la presencia de un Hummels que tampoco pudo estar por lesión.
Con todo, la eliminatoria pudo tomar un color distinto si el Bayern hubiera aprovechado un penalti inexistente señalado a Carvajal por mano dentro del área. Vidal, como suele suceder en estos casos, la mandó a la grada.
Era la última jugada de la primera mitad y, en la primera de la segunda, el Real Madrid mató al Bayern. Carvajal, como pidiendo perdón por su error en un penalti que no cometió, subió la banda con valentía y le puso un balón de oro a Cristiano, que no falló.
Vendaval blanco.
El Bayern, tocado tras el gol, pasó a estar hundido con la roja a Javi Martínez. El central español vio dos amarillas en cuestión de cinco minutos porque el Madrid salía a la contra con un peligro atroz y al navarro no le quedó mas remedio que cortarlo de manera antirreglamentaria.
Cotra diez, Zidane tuvo el arresto de sentar a un pésimo Bale y se la jugó con Asensio, que nunca falla. Serían los mejores minutos de los blancos, que embotellaron a un Bayern aún más roto tras el inexplicable cambio de Bernat por Xabi Alonso en las filas bávaras.
Al final, acabaría siendo el mallorquín el que decidiría el partido, con un centro medido al área que la puntera de Cristiano convirtió en gol.
Se hartó el Madrid de buscar un 1-3 que hubiera sido definitivo, pero sólo encontraría el gol en el descuento por mediación de Sergio Ramos, quién si no, aunque la acción estaba anulada por fuera de juego.
Resultado escaso para un Madrid que lo intentó de todas las maneras posibles ante un equipo muerto físicamente. El buen hacer de Neuer le dará una última oportunidad de no ser derrocado a Ancelotti. En una semana lo veremos.