En el minuto 24, el angoleño Bastos veía la primera amarilla de la final de la Coppa. Poco después, antes del descanso, Marten de Roon remataba a puerta y Bastos, con el brazo pero de forma involuntaria, desvió el balón.
Los jugadores del Atalanta se comieron al colegiado. Aquella acción habría supuesto la segunda amarilla y la consiguiente roja para el defensor de la Lazio, pero el colegiado nada señaló.
El VAR no intervino, ya que no fue considerado como uno de los supuestos de actuación del mismo, pese a que la jugada hubiera supuesto señalar un penalti a favor del cuadro de Bérgamo. Inzaghi, viéndole las orejas al lobo, sentó a Bastos casi de inmediato.
La prensa italiana este jueves, como durante y tras el partido jugadores y aficionados del Atalanta, ha catalogado de inexplicable la actuación del VAR durante la gran final.
"Estamos decepcionados y enfadados. Nunca nos quejamos, pero en un partido como este, algo así te toca los huevos. Si fuéramos un equipo más importante habría pasado algo distinto", espetó tras el encuentro Andrea Masiello.
Su entrenador fue mucho más contundente. "Lo que pasó es gravísimo, le quita credibilidad al VAR: si tiene que funcionar así, que lo apaguen. Es algo horrible, una tomadura de pelo: un día triste para nuestro fútbol, le dieron la vuelta al reglamento", respondió, furioso, el técnico del Atalanta.