Aunque al Valencia se le resiste el Atlético a domicilio, los que perdieron más fueron los de Simeone. El argentino dijo en la previa unas palabras con las que relacionó su estilo con una pizza a la que le falta el ingrediente más importante: el gol.
Sí que era un partido con aroma a Champions y de los que cogen altura en LaLiga, pero el Atlético dejó de ganar lo que llegó a merecerse en una primera parte en la que pudo poner tierra de por medio en el marcador. Están gafados y esas complicaciones de cara a portería pasan factura. Esta vez la firmó el Valencia de Celades en un ejercicio de conocimiento de las debilidades de su rival y de paciencia.
Fueron dos fogonazos entre tantos golpes al aire. El Cholo dejó a sus carrileros en el banquillo y en el equipo 'che' no estuvo Rodrigo, aunque quizá no se notó porque se vio un duelo con claros y oscuros en general.
El tridente 'colchonero' no está con finura y acabó precaución por la lesión de Joao Félix en el segundo tiempo, pues el portugués se tuvo que ir ayudado por los médicos. El Atlético fue un dolor de muelas en la primera parte y llegó a tener hasta tres ocasiones seguidas que no aprovechó.
La pólvora no está mojada, sino que ya gotea. Morata, Diego Costa, Thomas o Joao Félix no inquietaron a Cillessen hasta que Cheryshev fue protagonista para lo mejor y para lo peor. Su misil lo atrapó Oblak y no se libró de las cámaras.
El colegido vio penalti por unas manos del jugador ruso, Diego Costa fue el encargado de asumir la responsabilidad y no falló desde los once metros. El alivio se instaló en un Metropolitano que no ve cómo su equipo cierra los partidos.
Eso de sufrir está en el gen 'colchonero'. Cheryshev estrelló un balón en el larguero al principio de un segundo tiempo que acabó con el Valencia como protagonista y con el capitán Parejo besando su brazalete.
Agarró el balón, lo mimó y lo dirigió a la escuadra de Oblak en un gol de falta que fácilmente podría estar en un videoteca. Voló el esloveno, pero ese vuelo chárter no fue suficiente para volver a ser el ángel del Atlético.
No fue un partido con brillo de principio a fin, sino que tuvo momentos de magia, de físico y de aburrimiento. Al final, la batalla acabó con 19 jugadores tras la expulsión de Kangin Lee y con una pizza cocinada para dos.