El libro de los cuartos de final de la Champions League se cerró después de escribir 180 capítulos que agarraron a 'foxes' y 'colchoneros' a su asiento. El Leicester estuvo a punto de acabar con otro ejército español tras asaltar la línea enemiga gracias a un Vardy desatado, luchador e incansable. Pero si tienen problemas, lo mejor es llamar a Saúl. El centrocampista volvió a ser decisivo con su gol de cabeza, seco, inapelable y en letras mayúsculas.. El que se deja la vida en el Atético lo volvió a hacer para soñar con otra final en Cardiff.
El partido comenzó totalmente inestable. No hubo mente en blanco para los de Shakespeare ni folio, ni metro de campo que se quedara sin habitar. El Atlético gozó de un córner para terminar el cuento poco después de haberlo empezado, pero no hubo ocasión de tapar el riego de la tinta en el King Power Stadium, el campo en el que el Sevilla no controló el poder de la imaginación de Shakesperare, ese técnico que devolvió la potencia al Leicester ganador de la Premier.
Carrasco metió un pase de la muerte y su compañero Griezmann no salió del escondrijo secreto que construyó un Morgan muy pegado. Como un punto y aparte, Okazaki congeló a la defensa rojiblanca con un disparo que se fue a las nubes.. con el sueño inacabable de un protagonista local con esmero entre párrafo y párrafo, escena tras escena, jugada tras jugada.
Saúl, tras una ocasión interminable, el encabalgamiento como en poesía, se suspendió, guiñó un ojo y con la mentalidad, la fe y la creencia rojiblanca alojó el balón en la portería. Otra vez Saúl, Mejor llámenlo a él.
Desenfreno en la segunda parte
El Leicester no bajó los brazos y fue poniendo contra las cuerdas al Atlético a medida que pasaban los capítulos. Mahrez entre líneas y el carrilero Chilwell desangraban y hacían desgañitar a Simeone...hasta que el mejor delantero de los 'foxes' fue el protagonista de una vez por todas. Armó la pierna y acabó con Oblak. Primer antogonista abatido. Partido roto e historia por acabar.
Correa y Fernando Torres entraron para matar la eliminatoria, pero el Leicester seguía vivo. Shakespeare se negaba a escribir el punto y final. Griezmann se montó en la moto, llegó hasta donde se produce el cambio de página, a la esquina del área y optó por darle la autoría a un Carrasco que no quiso el premio.
Mahrez siguió a lo suyo, tirando de la cuerda para arrastrar hasta el final al Leicester. Sin embargo, el color azul de la tinta se transformó en rojo pasión...el Atlético conquistó y se hizo con el final en la tragedia del King Power Stadium.