Aún hay esperanza para el Barcelona en la lucha por el título, pero no parece que a los de Setién les quede mucho más que eso. El equipo azulgrana metió presión al Real Madrid al 'modo pospandemia', con un triunfo pírrico y sin excesivo brillo, pero triunfo al fin y al cabo, que es lo que ha catapultado al equipo de Zidane a la cima durante las últimas semanas.
Y eso que al principio las cosas se parecieron más a lo sucedido en La Cerámica que al derbi del Camp Nou. Setién sacrificó a Suárez y, dadas las actuales condiciones físicas del 'Pistolero', el Barça lo agradeció. No tanto por el rendimiento de Griezmann, acompañante de Messi en la delantera, como por el soplo de aire fresco que volvió a suponer la entrada en el once de Riqui Puig.
Hubo dos Barcelonas en Valladolid. Uno con el canterano y el francés, al que no le sale nada pero al menos aporta en defensa; y otro sin Riqui y con Suárez. La segunda parte del Barça fue deplorable. Desapareció hasta Messi, habitual faro de un equipo azulgrana que acabó desnortado.
Antes, en la primera parte, Setién le ganó la partida del planteamiento a Sergio. Demasiado defensivo como acostumbra el catalán y valiente como no suele serlo en Barcelona el cántabro. El técnico azulgrana ubicó casi como extremos a Jordi Alba y Semedo e hizo retroceder a Sergi Roberto en cada ataque blanquivioleta al puesto de tercer central.
Del gol a la nada
El primer acto fue casi un monólogo azulgrana. El Valladolid solo pudo desplegarse al contragolpe una vez y Sergi Guardiola estuvo más preocupado de defender que otra cosa, así que cuando merodeó el área rival lo hizo sin la frescura necesaria para sorprender. Kike Pérez, que casi se parte la rodilla en el intento, fue el único que causó intranquilidad a Ter Stegen, ya con 0-1 en el marcador.
El Barça llegaba mucho más ante un demasiado conservador Valladolid. Ni el tanto de Arturo Vidal le quitó el corsé a los de Sergio. Messi y Arturo Vidal combinaron con bonus para el argentino, que batió un nuevo récord de asistencias, y el chileno mostró su buen olfato de gol con un gran remate cruzado que tocó en el palo y se coló en la meta de Masip.
Los de Setién pudieron sentenciar enseguida, pero Griezmann demostró que está y no está. Le llegó un balón franco al área pequeña tras la enésima entrada en el área de Semedo, pero su remate -o no remate, más bien- con la derecha se fue junto al banderín.
A los azulgranas les pasó lo de siempre: el rival reaccionó tras la pausa de hidratación. Sergio corrigió un par de cosas y permitió que el Valladolid acabara cerca del área de Ter Stegen la primera parte sin que por parte 'culé' hubiera respuesta.
Suárez iguala las fuerzas
Setién estropeó todo lo que había ganado en la primera parte con la entrada de Suárez por Griezmann. No se puede dudar del uruguayo, uno de los mejores goleadores de toda la historia del Barça, pero es innegable que no está bien físicamtente. Y en un futbolista como él, que usa tanto su físico, se nota incluso más.
El atacante charrúa apenas entró en contacto con el esférico en la segunda parte y, cuando lo hizo, entorpeció más de lo que ayudó a los suyos. Tras salvar al Barça en el derbi, no tuvo su día ante el Pucela. Serían buenas noticias para su equipo que descansara y tratara de recuperarse para Lisboa.
Si el cántabro empeoró al Barcelona con los cambios -un intrascendente Rakitic tampoco mejoró a Riqui Puig-, Sergio sí que supo leer mejor el desarrollo del partido. El Valladolid fue a más en la segunda parte. Tanto como para obligar a un par de paradas importantes de Ter Stegen a Ünal y a Sandro en los últimos compases.
El equipo pucelano no empató por la falta de público que apretara y por la escasa necesidad, ya que tiene la salvación casi en el bote. Ganó, por tanto, el que lo necesitaba un poco, porque el Barça tampoco demostró jugarse mucho. Así que todavía hay Liga, al menos hasta el jueves.