El Betis, de la euforia a la depresión en siete días

Un Betis regular es un oxímoron por la propia idiosincracia de este equipo desde que se fundó o lo fundieron así, aunque sí son novedosos los pendulazos anímicos en un afición que ha hecho del estoicismo su bandera y que ahora pasa de una semana a otra de la euforia a la depresión con una facilidad impropia del incondicional.

El equipo del exigido Quique Setién calcó en el estadio de La Cerámica lo vivido tras la noche de San Siro ante el Milán en la Europa League, cuando tras una victoria de prestigio análogo a la de Barcelona ante el equipo lombardo (1-2) fue a tirarse al callejón ante el Getafe pocos días más tarde (2-0).

No fue lo mismo que el 'petardo' de Getafe por el juego visto en algunas fases ante el conjunto castellonense, aunque a la postre se pareció en mucho en que, tras las expectativas generadas por el juego y el resultado del Camp Nou, los de Setién las defraudaron en el resultado y en muchas fases de posesión inane.

En esos picos del ánimo, además del fútbol pueden influir las interpretaciones de Setién cuando se instala en el lugar común -"si fuéramos capaces de finalizar todo lo que generamos por detrás, estaríamos con más puntos y mejor situados"- o en la divergencia con los demás - "gran partido"-.

Sí pareció definirlo más descarnada y certeramente el futbolista más destacado en la noche de Villarreal pese a los dos goles encajados, el portero Pau López, quien se lamentó de que el Betis está "haciendo resultados muy irregulares" y perdiendo "muchos puntos que ya no vuelven".

"Veníamos de hacer un gran partido contra el Barça y no hemos estado finos. Concedimos dos goles muy seguidos y el partido se puso muy cuesta arriba. Eran dos goles muy evitables y cuando concedes tanto te vas a casa con una derrota", afirmó el cancerbero internacional bético.

El resultado de este contraste, por el que el Betis no encadena tres victorias consecutivas en Liga, es que está clasificado en decimocuarta posición con 16 puntos, no está respondiendo a los objetivos de estar en puestos europeos y tiene a sus fieles instalados en el desconcierto o en la decepción.

Tras quedar sextos la pasada temporada y clasificarse para jugar la Europa League, la primera para el aficionado bético fue en la frente, en casa y ante el Levante al estrenarse en el Villamarín con un 0-3 y avisar de mucho de lo que ha vivido el equipo posteriormente, con demasiados contrastes y una irregularidad que le ha impedido despegar en la competicion liguera.

Con una permanente discusión instalada en el beticismo sobre las virtudes de la posesión, el Betis cosechó doce puntos entre las jornadas segunda y séptima al empatar a cero con el Alavés y Valencia, a dos con el Athletic de Bilbao, y ganar por la mínima al eterno rival, el Sevilla (1-0), Girona (0-1) y Leganés (1-0).

Es a partir de ganarle al conjunto pepinero cuando los de Setién empiezan a encadenar una serie de resultados que alimentaron el debate sobre el sistema de juego del cántabro y su eficacia, aunque las victorias de Milán y Barcelona sirvieron como oasis de reivindicación de la propuesta de toque y posesión del cántabro.

La noche de San Siro llegó tras dos derrotas ante el Atlético de Madrid (1-0) y Valladolid (0-1), aunque la euforia de Milán recibió muy pronto el jarro de agua fría y el baño de realidad liguera en el Alfonso Pérez ante el Getafe (2-0) y en casa ante el Celta, al salvar sobre la bocina Sergio Canales un punto de un partido (3-3) que el Betis se dejó remontar tras irlo dominando por 2-0.

Tras la victoria de Barcelona y la derrota de Villarreal, el Betis tiene ante sí cuatro partidos seguidos en el Benito Villamarín, dos esta semana ante el Olympiacos griego en Europa League y la Real Sociedad en la competición liguera; y otros tantos la que viene ante el Racing en Copa del Rey y el Rayo Vallecano.

Líder del grupo F de la Europa League y con ventaja de un gol ante el Racing, los de Setién deberán refrendar con goles su apuesta de juego para consolidar sus opciones en tres competiciones y, en la medida en que ello fuera posible, poner de acuerdo a los más de 50.000 béticos que se dan cita todas las semanas en el Villamarín y paliarles con puntos la ciclotimia.