Los contextos son muy importantes para entender una situación deportiva. Osasuna tenía en el horizonte la visita al Bernabéu de cara a la jornada intersemanal. La victoria, en casa, se antojaba clave.
Mientras tanto, el Betis llegaba con la intención de vencer o, al menos, puntuar en uno de los estadios más complicados de la categoría, inexpugnado durante los últimos 28 encuentros ligueros del conjunto navarro.
Osasuna vive un momento de forma espectacular: es un equipo con identidad, intenso, con mucha calidad y que goza de una simbiosis fantástica con su afición. Pero, este viernes, no le entró nada.
Joel salvó al Betis en multitud de oportunidades, principalmente lideradas por un impetuoso Chimy Ávila que lo dio todo, como en cada partido, y que tiene totalmente encandilada a la hinchada rojilla.
Lo intentó de todas las formas Osasuna. Roberto Torres probó un disparo lejano, también con centros al área y jugadas increíbles a la contra... Una de ellas fue, sin duda, la más clara, al filo del descanso: seis atacante contra dos defensores béticos, pero ahí estuvo de nuevo Joel.
Parecía salir con otro aire el Betis en el segundo tiempo, uno más esclarecedor, con Canales reactivado y Fekir siendo tan determinante como siempre en zona de tres cuartos de campo.
Sin embargo, la verticalidad seguía poniéndola Osasuna y no había señales de vida de un abandonado Borja Iglesias. El debutante Adrián asistía a Chimy y el '9' estrellaba un obús en el larguero verdiblanco.
La presión navarra cada vez iba a menos, mientras que el Betis resurgía en sus ánimos para dar leves avisos sobre la meta de Rubén Martínez. Joaquín salió y Fekir puso la nota más negativa al marcharse tocado a vestuarios.
El partido moría y el Betis le ponía algo de cloroformo para paliar las intenciones de un Osasuna empujado por toda Navarra. Siguen sin perder los de Arrasate en casa, aunque esta vez el premio pareció insuficiente en un partido que se escapó de las manos.