Los jugadores tuvieron que soportar durante el partido, que arrancó a las 16:00 de la tarde, temperaturas superiores a los 35 grados. Un calor poco habitual en tierras holandesas.
El checo Petr Ardeleanu paró hasta tres veces el choque para que los chicos pudieran beber agua y respirar un poco. El partido acabó en empate a cero.