El Deportivo de La Coruña se la tendrá que jugar a vida o muerte ante el Fuenlabrada en Riazor y sin depender de sí mismo. Lo hará tras caer por 1-0 ante un Mirandés que volvió a mostrar las hechuras que le han dado la tranquilidad y una nueva actuación heroica en su competición, la Copa del Rey.
Segunda, vaya categoría. Del cielo al infierno en un segundo y viceversa. En esa línea se ha movido toda la temporada el Deportivo, que desde la llegada de Fernando Vázquez salió de lo más bajo para parecer invencible y ahora, en el momento decisivo, volver a caer al pozo.
En estas últimas jornadas se está demostrando además que quien no tiene nada en juego tampoco afloja. El esprint poscoronavirus está siendo de absolutos locos y ni el Mirandés, completamente salvado y orgulloso de otro curso brillante, quiere parar.
Después de dos derrotas consecutivas, el Dépor se plantó en Anduva con la actitud correcta... o eso parecía. A los primeros buenos minutos de Mollejo y Gaku les siguió el dominio apabullante del Mirandés, que primero controló el balón y después consiguió descifrar el código para abrir la maraña defensiva de Fernando Vázquez.
Si hubo un nombre propio fue el de Martín Merquelanz. El ex de la Real Sociedad apareció por todo el flanco de ataque y acabó encontrando el premio a balón parado, en una falta desde la frontal que sobrevoló la barrera y dejó en inútil el vuelo de Dani Giménez.
Y pudo dar gracias el conjunto gallego, que pese a su mejoría tras la pausa de hidratación (no pasó de alguna ocasión mansa de Gaku y Hugo), volvió a romperse para el gozo del Mirandés. Joaquín tendría el segundo antes del descanso con un tiro en el punto de penalti que despejó el guardameta deportivista de forma milagrosa.
Fernando Vázquez, consciente del desastre que estaba presenciando, aprovechó al máximo la nueva normativa e hizo cuatro cambios. Revolución con Keko, Aketxe, Sabin Merino y Borja Valle para pasar a un esquema con cuatro defensas y mucha más presencia en un ataque que se había desdibujado.
La imagen fue mejor, dónde va a parar. Pero el Mirandés seguía jugando sus cartas y no dejaba al conjunto gallego encontrar las ocasiones más allá de envíos laterales. Y a la contra, los de Andoni Iraola seguían contando con Merquelaz y Marcos de Sousa para mantener el susto en el cuerpo a Dani Giménez.
Mientras, las noticias desde Tenerife eran las peores. Gol del Lugo y el Dépor se echó arriba, como si estuviera en el descuento, desde el 70' con más fe que razón. Mollejo, Keko o Aketxe tuvieron buenas opciones de disparo que siempre se estrellaron en la muralla puesta por el club de Miranda de Ebro.
Ni medio alivio con el empate tinerfeño ante el Lugo, porque el guión siguió por el mismo camino. Las caras, los gestos y cada acción deportivista eran de pura desesperación. El tanto lucense en el añadido fue la sentencia definitiva para un Deportivo de La Coruña que, increíblemente, está en severo peligro de descenso a Segunda División B.