El último censo señala que en la isla que da nombre a la república y al conjunto de diminutas islas que la componen viven un total de 331.881 personas.
Todas ellas se han volcado en el sueño de una selección que se nutre de un selecto grupo de futbolistas: sólo 72 jugadores islandeses son profesionales.
La tectónica, glaciar y vikinga Islandia estará en la cita de Rusia como ya estuvo en la Euro de Francia, pero que los datos poblacionales no escondan el buen trabajo que hay detrás: el milagro de Islandia nació hace diez años. Concretamente, el 17 de octubre de 2007. Nada al azar.
Islandia recibió en Liechtenstein una durísima derrota. El Rheinpark Stadio asistió a un 3-0 que no sentó nada bien. Gobierno y Federación pusieron medidas con un objetivo a largo plazo: jugar fases finales de Mundiales y Eurocopas.
Los clubes, desde las categorías infantiles, son financiados por dinero público. Se construyeron pistas cubiertas (hay que tener en cuenta la dura meteorología). Apenas hay fútbol profesional, pero sí escolar y una red colegial bien conectada y trabajada.
Lars Lagerbäck, seleccionador de Suecia entre 2006 y 2010, llegó a Islandia en 2011 y dio un impulso definitivo al plan trazado casi un lustro antes. Su experiencia a nivel internacional fue imprescindible para que Islandia llegara a cuartos de la Euro, dejando atrás incluso a Inglaterra.
Lagerbäck ya no está, pero sí el núcleo de jugadores que lo hizo posible y una afición hasta ahora absolutamente dedicada al balonmano. Los vikingos siempre fueron conquistadores. Rusia está en el horizonte.
Con la victoria sobre Kosovo y el primer puesto de grupo conseguido, Islandia ha marcado un récord difícilmente superable: el país menos habitado en jugar un Mundial. En 2006, fue a la Copa del Mundo Trinidad y Tobago, que cuadruplica la población de Islandia. Los números del milagro.