La noticia debería haber sido que el histórico Dinamo de Bucarest fue apeado por un conjunto de la tercera categoría rumana. Sin embargo, el cómo acabó engullendo el qué. Porque la tanda de penaltis en que se resolvió de todo fue un manicomio.
A ella se llegó tras un encuentro de locura. En cuestión de cinco minutos, entre el 48 y el 53, Majzik y Magyari llevaban la locura a las gradas del modesto Csikszereda. Era lícito soñar con eliminar al equipo grande.
Sin embargo, otra reacción exprés, merced a un doblete de Nistor, volvió la igualdad al electrónico en el minuto 60. Con todo por jugarse, ninguno de los equipos atinó a acertar las ocasiones de que dispuso, así que hubo que disputar prórroga.
A diez minutos para el final, el Dinamo de Bucarest parecía poner las cosas en su sitio. Marcaba Neicutescu y todo parecía claro con el 2-3.
Pero el coraje de los locales no se había acabado. En el 114, Berde compuso el 3-3 final y dejó la espadas por todo lo alto desde los once metros.
Comenzó fallando el equipo modesto y fue arrastrando ese fallo hasta el quinto tiro. Entonces, Bajko marcó. Hacía falta que Grozav fallara y eso ocurrió. Y cómo ocurrió.
Porque el futbolista visitante intentó un disparo de Panenka que le retrató. La bola se le marchó bastante por encima del larguero. Era el turno de la muerte súbita.
1 de noviembre de 2018
Tras dos tiros acertados por ambos bandos en el doble o nada, el local Mitra falló. Pero Olteanu volvió a perdonar para el Dinamo de Bucarest. El noveno de cada equipo entró. El décimo de los locales también. Hasta que el lateral Delorge agarró la bola.
Lo tiró fatal y el meta Daniel detuvo el lanzamiento. Se desató la locura en el Csikszereda, que se metía en cuartos de final de la Copa Rumana. Botaban las gradas, con los locales volviéndose locos en el césped y los visitantes con la cabeza gacha en el vestuario.
Sin embargo, tres minutos después su ilusión se congeló. Según el colegiado, el portero se había adelantado bastante antes del tiro. Tocaba repetirlo, para rescate del Dinamo, que estaba ya enfilando el camino a las duchas, e incredulidad de los locales, que se quedaron con celebración interruptus.
Pero el héroe de la noche, esta vez por el otro palo, volvió a pararlo. Eso sí, antes de volverse loco con sus compañeros para celebrar el histórico pase, miró desafiante al árbitro, a ver si esta vez lo anulaba. No ocurrió. Y así finalizó una de las tandas de penaltis más dantescas que se recuerdan.
1 de noviembre de 2018