Cuesta entender que un equipo histórico como el Dinamo de Kiev lleve viviendo una mala etapa tanto tiempo. En los años 90, el conjunto ucraniano no tenía rival en la Unión Soviética, primero, y en el campeonato ucraniano, después.
Con la caída del comunismo, los de Kiev se habían asentado como uno de los grandes equipos del fútbol soviético. Tiranizaron la nueva Liga Ucraniana y poco después, a finales de los 90, pasearon su fútbol por la Champions League, eliminando al Barcelona y dando sustos a otros grandes del panorama europeo como el Real Madrid.
Quizás aquel gran rendimiento tenga mucho que ver con las ideas del Profesor Zeleznov y de Valery Lobanovski, un mito del fútbol ucraniano y ya tristemente fallecido.
Mucho antes de que los Rebrov o Shevchenko maravillaran a los grandes de Europa, el Dinamo de Kiev trabajaba para conseguir un equipo campeón.
En 'Fútbol contra el enemigo', SImon Kuper repasa, en una entrevista con el Profesor Zeleznov, los métodos de este para fichar y entrenar futbolistas. Una forma de trabajar que se asemejaba más al trabajo de Big Data actual que a los años del fin del comunismo de principios de los 90.
El ordenador y el fútbol en los 90
"El problema con la teoría está en que depende de los jugadores con los que cuenta cada equipo", comentaba entonces Zeleznov. "Hay muchas formas de medir la velocidad de un jugador y yo prefiero hacerlo con un ordenador", continuaba el científico.
Las pruebas eran tanto para los jugadores del Dinamo como para todos aquellos que el conjunto ucraniano decidía fichar. Se trataba de ejercicios que se asemejaban más a los de un psicotécnico del carnet de conducir que a las que podría realizar un futbolista en la actualidad.
En ellos, con un ordenador prehistórico -hablamos de finales de los 80 y principios de los 90-, se medía la velocidad de reacción, la ansiedad y el equilibrio. También la memoria, lo que Zelentsov explicaba que era necesario para saber bien la posición de los compañeros y los rivales en el terreno de juego.
En definitiva, se daba por hecho que la capacidad intelectual de los creadores de juego era superior a la media. Una máxima que, extrapolada al siglo XXI, podría seguir siendo aceptada.
De la pruebas al éxito
El ejercicio más complicado de todos, recuerda Kuper en el libro, consistía en hacer seguir un laberinto complicadísimo al jugador en el ordenador. No podía perderse ni tocarse con las paredes y había de recordar dónde estaba la salida.
De acuerdo a Zelentsov, esto facilitaba las repeticiones de movimientos en el terreno de juego y el "juego de memoria" con los compañeros. "¿Y si Zavarov o Belanov -los mejores del equipo- tienen un mal día?", interpelaba Kuper a Zelentsov: "Incluso en un mal día, sus mediciones serían superiores a las del resto".
No solo en este peculiar análisis a los jugadores estaba avanzado a los tiempos Zelentsov. Analizaba cada partido con nueve pantallas -todo un lujo para la época- y determinaba cómo se compenetraban los jugadores en el campo. Además, dicho análisis servía para que el equipo pudiera realizar de manera repetitiva jugadas de éxito. Se trataba de acciones sencillas, pero que el Dinamo hacía de memoria, y que desarmaban a los rivales, fundamentalmente cuando estos jugaban en Ucrania.
Aquel Dinamo ya estuvo a punto de eliminar al Barcelona poco después en la Copa de Europa de la campaña 1993-94 y, después de un lapso de Lobanovski fuera del equipo, alcanzó la fama mundial tras su regreso en la campaña 1997-98, cuando eliminó a los azulgranas y cayó en cuartos de final de Champions ante la Juventus, y en la temporada 1998-99, cuando se quedó a las puertas de la final tras ser eliminado por el Bayern en semifinales.
El fútbol ha cambiado mucho desde entonces. Y si bien el Dinamo ya no es un equipo pujante y hasta se ha convertido en secundario en Ucrania, el análisis científico de los futbolistas ha alcanzado un punto culminante. Lo que demuestra que aquel díscolo Profesor Zeleznov no estaba del todo equivocado.