El denominado 'Cholismo' salió a relucir ante un Espanyol que dominó el partido durante muchos minutos, pero que se topó de frente con la solidez de un Atlético de Madrid que se ha plantado en el momento clave de la temporada con las armas bien afiladas.
Quique puso toda la carne en el asador, llegó a embotellar en su campo al Atlético, pero acabó muriendo por la picadura de un Griezmann letal. Se mueve como pez en el agua y apareció en el momento justo para rematar una faena digna de Simeone. Dominados, resguardados, infranqueables atrás, con los destellos de Oblak y el veneno suficiente para acabar con el rival.
Mereció más este buen Espanyol, muy bien trabajado pese a la juventud que atesora Quique en la plantilla. El 0-0 al descanso fue todo un premio a la solidez rojiblanca, un muro ante el que no dejaba de estrellarse el Espanyol.
Supo tocar teclas Simeone, que dejó a Torres en la ducha para apostar por el músculo de Thomas y reforzar la medular. Cambió así la dinámica y el Atlético tuvo diez minutos de asedio. Suficiente. Como en años anteriores, bastó con el zarpazo de Griezmann, que remató de primeras un balón dificilísimo para batir a Diego López por su palo.
El Espanyol reaccionó en segundos, con un jugadón de Baptistao que obligó a sacar lo mejor de Oblak. Gerard Moreno tuvo otra antes de que el Atlético le inyectara dormidina al partido. Fue muriendo en las botas de Griezmann, que sabe qué hacer y cuándo hacerlo.
Simeone tiró de su truco habitual para sacrificar un cambio y así tener un minuto menos de descuento. Todas las armas valen, y casi todas las controla un Atlético que sigue firme en su tercera plaza y le manda un claro mensaje al Madrid de cara a las semifinales de la Champions. Un olor a Europa que precisamente se le aleja a este Espanyol, que este año está teniendo mejor pinta que resultados.