Cuatro derrotas en los últimos partidos provocan un agrio adiós y una crisis que el Athletic tendrá que atajar con vistas a la siguiente temporada. Ha sido una temporada difícil para el cuadro vasco y no ha acabado de la mejor forma delante de un Espanyol que sacó sus alas con la llegada de David Gallego.
Quique Sánchez Flores no pudo cerrar la permanencia y la dejó su sitio caliente a David Gallego, que vio el partido desde la grada y con el orgullo de haber devuelto la sed y la motivación al cuadro 'perico' en las últimas jornadas de Liga. Tranquilidad para uno, dudas para otros.
No fue un partido brillante el que se vio en San Mamés antes de cerrar sus puertas en este curso. De Marcos pudo cambiar la historia si su volea no se hubiera perdido lejos de la portería, pero en esto del fútbol fallar tanto se acaba pagando.
David López entró como una bala en el área para rematar un centro, fusilando a un Kepa que pasó a evitar una goleada. No es que el Athletic tuviera pocas ocasiones, sino que no fue capaz de ser efectivo. La característica que más faltó en el año.
Porque Aduriz también gozó de una ocasión clara al mandar el balón a las nubes de un San Mamés que comenzó a empacientarse y que acabó pitando. La desesperación se apoderó de unos 'leones' con pocas uñas.
Baptistao se quejó de un empujón de Córdoba tras un carrerón de 60 metros que el árbitro no pitó y Kepa montó un muro con sus manos para repeler un fuerte envió de Sergio García después de que Aduriz dejara confirmado la inoperancia vasca al errar un disparo a puerta vacía.
El Athletic dijo adiós con derrota, dejando que el Espanyol conquistara su casa en el último partido de Liga y escuchando los pitados de una grada poco o nada conforme.