Pongámonos en situación. Llevas años siguiendo al equipo de tu cuidad. Coventry, en este caso. Años de sinsabores, de descenso tras descenso, imparable desde que en 2001 se abandonase la Premier por última vez.
El pasado curso el Coventry City cayó a la League Two, el último escalón del fútbol profesional inglés. Este año estaban obligados a ascender pero, tras 14 jornadas, el Coventry City es octavo, fuera del ascenso directo y del 'play off' a la League One.
Para colmo, se estaba perdiendo contra el Forest Green Rovers, ese equipo ecologista que es penúltimo del campeonato. "Encima, contra esos hippies", podría estar diciendo para sus adentros, antes de tomar la decisión que le dio sus quince minutos de fama.
Estaba el Coventry defendiendo de pena un ataque del conjunto visitante, y nuestro protagonista no se contuvo más. Se fue a las vallas, la saltó y trató de cortar el juego. Sí, como suena.
El colegiado paró el partido, y él comenzó su sucesión de gritos y reprimendas a sus jugadores. Eso que todos hemos deseado hacer cuando las cosas no salen a nuestro gusto.
Tras unos segundos de gritos y otros pocos de diálogo, Doyle, capitán del Coventry, tomó cartas en el asunto. Con dos empujones le sacó del campo y le hizo entrar en razón. "Mira, déjanos jugar, que lo que nos estás diciendo lo sabemos todos y tu actitud no ayuda", queremos pensar que le dijo.
Y para su asiento se marchó nuestro protagonista. Farfullando maldiciones. Contándole a la seguridad del campo lo mal que están jugando los del Coventry. Que es el último año que se saca el abono. Que para el próximo año prefiere hacerse 30 kilómetros e irse a animar al Aston Villa.
I think this Coventry fan had seen enough, he was taking matters into his own hands pic.twitter.com/P0rRbUEquy
— EPL Bible (@EPLBible) 17 de octubre de 2017
Las entrañas del fútbol inglés son realmente fascinantes.