Era uno de los jugadores habituales de las selecciones inferiores en España. No tenía competencia en el carril izquierdo y todo el mundo le veía como el futuro lateral titular del Barcelona y de la Selección Española, pero, harto de oportunidades, se decidió a dejar el club catalán.
Grimaldo recaló entonces -enero de 2016- en el Benfica, donde rápidamente le fueron bien las cosas. Jugaba bien y llamaba la atención de clubes más grandes, pero enseguida las lesiones comenzaron a afectar su rendimiento.
De los 87 partidos que podría haber disputado en su año y medio en Lisboa, el lateral se perdió directamente 36 por lesión. A ellos, hay que sumarle los que no pudo jugar por estar recién recuperado y los que su técnico decidió prescindir de él.
Casi nada para un futbolista joven y necesitado de minutos tras dejar 'La Masia'. Primero, los problemas físicos le apartaron de la selección Sub 21 y, en última instancia, han borrado el interés de varios grandes en él por su propensión a caer lesionado.
Una carrera que aún podría relanzarse, pues en el Benfica aún cuentan con él y piensan que será uno de los mejores zagueros de Europa en el futuro. Sólo falta que, por fin, su cuerpo empiece a respetarle.