Los de Juan Carlos Unzué necesitaban una cita así para reencontrarse con su afición. Un partido en el que los jugadores dominasen el ritmo del partido, que la superioridad se transformase también en el marcador y, lo más importante, que se consiguiese la victoria. Aunque, como viene siendo habitual en esta temporada, el sufrimiento no faltó.
Los aficionados acudieron a Montilivi con ganas de fiesta y Cristhian Stuani respondió. El uruguayo avisó con dos disparos desviados desde el corazón del área. Al tercero, se topó con la madera, pero Borja García aprovechó el rechace del palo para abrir la lata.
El centrocampista madrileño regresó a la alineación titular y dio un auténtico recital durante la primera mitad. Jugó bien de espaldas a la portería, tuvo precisión en el último pase y, además del gol, no hubo ni un solo envío suyo al área que no llevase peligro.
Con la atmósfera festiva sobre el terreno de juego, llegó el segundo tanto de los locales. Marc Gual aprovechó un barullo en el área para batir al guardameta deportivista.
Los albirrojos aplastaron a los de Juan Antonio Anquela durante la primera mitad. Tras la reanudación, el técnico del conjunto gallego dio entrada al césped a Borja Valle, que devolvió la esperanza al Dépor en el partido con el 2-1. El centrocampista culminó una gran acción individual con un disparo certero sobre la meta de Juan Carlos Martín.
Llegaron los minutos en los que Montilivi lo pasó mal. Los blanquiazules segaron la alegría de la grada y, de no ser por Dani Giménez, hubiesen conseguido el tanto del empate.
Al final, el gol lo consiguió el de siempre. Stuani aprovechó un contragolpe dirigido por Samu Sáiz para devolver la felicidad a la cara de los aficionados y al Girona a la zona alta de la tabla. El Dépor, con Anquela en el alambre, acusó la falta de intensidad en el primer tiempo.