Era viable pensar que a este Granada le podía despistar jugar la Europa League. Pero nada. Los de Diego Martínez son un engranaje perfecto, que sabe lo que debe hacer partido a partido. Con el PSV en el horizonte, el equipo nazarí ha sido capaz de batir a todo un Sevilla que se vio diezmado por la calentura de un hombre clave en el esquema de Lopetegui.
Y es que Joan Jordán condenó al Sevilla. Involuntariamente, eso sí. Pero su expulsión por doble amarilla en apenas un minuto marcó el devenir del derbi andaluz. El ex del Eibar lanzó una patada incomprensible en el 45' y, segundos después, otra falta a destiempo provocó la segunda cartulina. Solo la primera ya pudo ser de otro color. Pablo González Fuertes no le perdonó la segunda.
El Sevilla hizo una primera parte decente. Dominó los tiempos del partido ante un Granada que pretendía jugar con velocidad al contragolpe y que, de hecho, tuvo el gol en los primeros minutos en la cabeza de Germán. Sergi Gómez, titular junto a Diego Carlos por el positivo en COVID-19 de Koundé, salvó el tanto en la línea de Bono.
A continuación, el partido fue perdiendo ritmo mientras el Sevilla se adueñaba de la posesión. Pero el Granada siguió desplegando su engranaje físico con una sala de máquinas formada por Gonalons y Montoro, puso músculo, junto a Luis Milla, que aportó la organización y calidad para que la salida de balón fuera aún más fluida.
Ya en el segundo tiempo, aunque Lopetegui quiso reaccionar con dos cambios (De Jong y Ocampos), el Granada invadió el territorio de Lopetegui. Diego Martínez tenía el partido en su mente y los cambios funcionaron a la perfección: Luis Suárez presionó como acostumbra y Machís electrocutó el ataque rojiblanco por la banda derecha.
Se salvó el Sevilla en el 66' de juego con un paradón de Bono en el mano a mano con Puertas. El partido era otro distinto. Sin embargo, defensivamente, los hispalenses no tenían un pero. Diego Carlos y Fernando tiraron del Sevilla para al menos soñar con el empate, algo que el Granada tampoco veía con malos ojos teniendo en cuenta el rival que había enfrente.
Pero la campanada llegó en el minuto 82, cuando Yangel Herrera prácticamente voló para cabecear un centro medido de Foulquier. Monumental el envío y espectacular el remate, como si de Van Basten se tratara, del venezolano. El Granada lo mereció, se lo trabajó y lo consiguió. Ahora, a por Europa, donde esperan PSV y Chelsea para estos dos andaluces guerrilleros.