No se puede negar que Burgos tiene una de las historias más llamativas y extrañas del fútbol español. La ciudad castellana ha vivido ascensos, descensos, desapariciones, creaciones y refundaciones de múltiples equipos durante todo el siglo pasado.
Uno de los clubes más afectados por estas singularidades es el Real Burgos, histórico equipo que tuvo un ascenso fulgurante a finales de los 80 y principios de los 90 y que descendió a los infiernos con tanta celeridad que muchos parecen haberse olvidado de su existencia.
Y eso sería lo más normal, pues el equipo 'rojipardillo' estuvo sin competir la friolera de quince temporadas seguidas, de la 1996-97 a la 2010-11. Lo daban por muerto, pero tras dos campañas en Primera Provincial y una en Primera Regional, recuperó la Tercera División esta temporada 22 años después de su último ejercicio en dicha división, allá por una lejanísima temporada 1995-96.
Gloria efímera
Antes, este equipo creado en 1983 por la desaparición del hoy refundado Burgos Club de Fútbol -juega en Segunda B- había alcanzado la Primera División tras un ascenso meteórico que sólo tardó en materializarse siete temporadas.
La Primera División dio la bienvenida al Real Burgos y recuperó El Plantío para la práctica del fútbol del más alto nivel con el inicio de la década de los 90, en la temporada 1990-91. Los burgaleses se convertirían en uno de los equipos revelación y entre esa temporada y la siguiente serían capaces de ganar al Real Madrid dos veces (en el Santiago Bernabéu y en Burgos) y de empatar hasta tres de cuatro veces con el todopoderoso Barça de Johan Cruyff.
Pero los castellanos crecieron de manera desmedida. Tanto como su deuda por una nefasta conversión a Sociedad Anónima Deportiva, que acabó por condenarles primero al pozo de la Segunda División y, tras un nuevo descenso, al infierno de la Tercera División -el Real Burgos no pasó por Segunda B, pues fue descendido administrativamente por impagos-.
El caos del equipo fue tan grande que no compitió en la temporada 1994-95 en Tercera. Había pasado, en poco más de un año, de despedir a Maradona en la Liga Española -el argentino jugó su último partido con el Sevilla ante el Real Burgos- a no poder inscribirse en el último escalafón del fútbol nacional.
La 1995-96 fue positiva dentro de lo que cabe para el cuadro burgalés, pues compitió y evitó el descenso en Tercera, pero la realidad acabó por pesar más y la Federación impidió de nuevo su inscripción en los años posteriores, quedando el equipo sin actividad desde ese 1996 hasta un lejano 2010.
No pierde la fe
Fue entonces cuando el presidente del club, Juan Antonio Gallego, decidió empezar de cero. El Real Burgos, ya sin el amparo de El Plantío, comenzó en campos más modestos y creció desde abajo. En dos años estaba en Primera Regional y, de ahí, a un inmaculado ascenso a Tercera División la pasada campaña 2016-17.
El regreso a Tercera División, 22 años después, no ha terminado de ser lo que los 'rojipardillos' esperaban. En el Grupo 8, el Real Burgos compite con otros dos equipos de la capital burgalesa, el Burgos Promesas y el Beroil Bupolsa, siempre a la sombra del histórico de la ciudad, el Burgos Club de Fútbol, que se desenvuelve en Segunda B.
La victoria del último fin de sermana ante el Atlético Bembibre mantiene con vida a un conjunto que quiere evitar volver a juguetear con la desaparición ante un nuevo descenso. Ya no hay Balint, Loren, Ayúcar o Elduayen que saquen las castañas del fuego. Ahora los héroes son otros. Y buscarán salvar al Real Burgos en una lucha cerrada con Becerril y Burgos Promesas, los otros dos equipos con el agua al cuello del grupo castellanoleonés de Tercera.