El rifirrafe, más propio del juego que de otra cosa, avanzó a lo largo del partido y el jugador de El Palo fue cambiado para evitar la tarjeta roja. Samuel, mientras siguió en el campo.
Al final del encuentro, según relatan testigos, el jugador de El Palo se fue para Samuel e intentó tomarse la justicia por su mano... con la ayuda de los agresores posteriores, que ya intentaron ahogarlo cogiéndolo por el cuello y después le propinaron el navajazo.
El propio Samuel notó el pinchazo, pero se marchó corriendo y con normalidad para el vestuario. Allí fue donde se dio cuenta, según han narrado compañeros, que tenía sangre. El agredido acabó desmayándose y fue trasladado al hospital. Así sucedió la secuencia de una agresión que nunca tuvo que suceder.