Entre Amrabat y El Zhar han mandado al Leganés a los cuartos de final de la Copa del Rey por primera vez en su historia. No sin sufrimiento, porque el cuadro 'pepinero' sufrió el asedio y acoso del Villarreal todo el partido.
Sólo con ver las alineaciones se podía intuir qué partido veríamos. El Villarreal tenía que marcar al menos un gol para forzar la prórroga, y dos para pasar, por el 1-0 cosechado en Butarque.
El Leganés, consciente de ello, hizo su partido. Sin prisa y sin complejos, dejó la iniciativa en manos del Villarreal, y se conformó con esperar salir al contragolpe para meter en apuros a su rival.
Pero encerrarse no es algo que sea fácil de llevar a cabo. Es fácil que por la acumulación de efectivos se cometa un error, pero Garitano tiene mano para estos casos.
El Leganés es plástico. Se comprime y estira sin fracturarse, sin descoserse. El orden táctico es su gran virtud, y lo ha vuelto a demostrar. Quizá no haga el fútbol más bonito de España, pero es de los más eficaces.
Champagne parecía imbatible.
El Villarreal se estrelló una y otra vez contra Nereo Champagne, que hoy paró todo lo parable y alguna más de regalo. Enes Ünal y Carlos Bacca vieron como una y otra vez el arquero argentino frustraba sus ocasiones.
Pasaban los minutos, y la impaciencia se empezaba a adueñar del Villarreal. Entonces, a la media hora de partido, llegó la jugada que lo cambió todo.
Un contragolpe de manual, un balón largo para Nabil El-Zhar y una sutil vaselina ante la salida de Barbosa para marcarle otro gol al Villarreal. Ese tanto obligaba a los hoy locales a marcar no uno para forzar la prórroga, imposible ya, ni dos. Tenían que marcar tres. En una hora nada más.
El Villarreal, lejos de amilanarse, de lamerse las heridas, siguió a lo suyo, convencido de que el gol tendría que llegar tarde o temprano. Y que tras el primero llegarían el seguno y el tercero.
Lección del día: nunca te confíes.
Pero lo que llegó fue el descanso. Salió más que vivo el Leganés del asedio amarillo, y quizá eso le hizo pecar de exceso de confianza.
Sólo así se entiende que a los tres minutos de la reanudación Raba marcase el empate a uno, aprovechándose de la pasividad defensiva de los centrales 'pepineros'.
Si con el 0-0 y el 0-1 el partido fue un asedio, con el empate a un gol el Leganés intentó que no se jugase a nada y el Villarreal buscó con ahinco el segundo gol.
Pero el 'Lega' demostró que el tanto fue un accidente, y de nuevo el orden defensivo frustró una tras otras las ocasiones amarillas.
No llegó el gol para el Villarreal. No había manera. Si no era Champagne, eran Siovas o el linier, señalando la situación antirreglamentaria de algún jugador, como Enes Ünal, quien vio por eso mismo cómo le anulaban un gol.
Final de infarto.
Agotó sus cambios Calleja lanzando a los suyos al ataque. Y uno de esos sustitutos fue Denis Cheryshev. El ruso fue el último cartucho del Villarreal, y suyo fue el gol del triunfo. Amargo triunfo, porque de nada sirvió.
Los nervios acosaron al Leganés. Daba vértigo convertirse en cuartofinalista, y a punto estuvo de costarle caro tanto nerviosismo. El tanto de Cheryshev llegó por esa aglomeración de efectivos sin orden ni concierto que hemos dicho que puede ocurrir, y que al Leganés no le suele suceder.
Hubo cuatro minutos de añadido, y ni con Barbosa subiendo a rematar el Villarreal logró marcar el tercero. Ganó el Villarreal, y dio una buena imagen, sober todo en la recta final, pero el verdadero vencedor de esta noche es el Deportivo Leganés.