Con un tercio de competición ya cumplido, los objetivos empiezan a definirse. Es decir, las ambiciones y miedos van cobrando más forma. El Leganés se plantaba en un gran escenaario para tomar moral y lo hizo en cuatro grandes dosis.
En un ejercicio de contundencia y oportunismo, el conjunto 'pepinero' anotó cuatro tantos lejos de Butarque, un hito completamente inesperado, para sorprender a un Valladolid que siempre se vio a remolque y condenado en sus intentos por meterse en el choque.
Un cabezazo de Siovas cuando apenas se habían jugado diez minutos fue el primero de los malos ratos de Masip en la tarde sabatina. Para colmo, Óscar, a tres minutos para el descanso, culminó con un testarazo en plancha el rebote a un tiro suyo.
El 0-2 ya abría mucho hueco, aunque Toni Villa, con un buen disparo, lo estrechó a los cinco minutos de la redanucación, en una clara invitación a soñar.
No obstante, a los 66 minutos llegó una de las pifias de LaLiga, y ello condenó a los locales. En una cesión a Masip, el meta apuró tanto para despejar la bola que dio tiempo a Carrillo para tirarse a sus pies en boca de gol y remachar un tanto surrealista.
Ahí ya sí que se quedó sin reacción el cuadro de Sergio González, que volvió a encajar otro tanto, obra de nuevo de Carrillo, en un imponente salto de cabeza. Incluso podría haberse marchado con un 'hat trick' exprés, pero el árbitro le señaló falta al apoyarse en el salto sobre Antoñito.
Sí dio tiempo a que Enes Ünal pusiera algo de maquillaje en el tiempo de prolongación. El Leganés lo celebró a lo grande, y no es para menos, pues ahora mismo, aunque con un encuentro más, tiene cinco puntos de ventaja sobre el descenso.