En primer lugar, el jugador de las categorías inferiores de los 'reds' tuvo que aguantar el inadecuado comportamiento de los aficionados rusos que acudieron a ver el partido de la UEFA Youth League.
Posteriormente, le tocó el turno a Sadio Mané, que hasta tuvo que pedir a los seguidores del Spartak de Moscú que dejaran de insultarle. Ambos futbolistas sufrieron el racismo en primero persona.
Por ello, el Liverpool habría presentado una queja ante la UEFA para que estos hechos no queden impunes. El conjunto inglés pretende que sancionen al cuadro ruso por el comportamiento de sus aficionados.